
С призывом создать государственную организацию для поиска и идентификации останков всех жертв франкизма обратилась к правительству Испании 90-летняя Ильда Фарфанте (Hilda Farfante), 29 июня сообщает испанская газета El Pais.
Письмо от Ильды пришло на почту правительства, созданную для предложений по принятию нового закона об исторической памяти. В письме пожилая женщина написала, что «голос ее слабеет, но она не хочет оставлять останки своих родителей в одной из придорожных канав». Ильде пока не удалось найти останки своих родителей, расстрелянных фалангистами в 1936 году.
Женщина предложила правительству создать банк ДНК родственников убитых и пропавших без вести во время диктатуры. Ильда призвала провести «тщательное расследование» всех расстрелов и похищений, систематизировав всю накопленную за эти годы информацию, собранную энтузиастами, общественными организациями, экспертами и госорганами.
Родители Ильды — Сеферино Фарфанте и Бальбина Гайо были расстреляны в сентябре 1936 года, с перерывом в 24 часа. Они были «учителями Республики». Как рассказывает Ильда, 8 сентября 1936 года ее мать — директора школы маленького городка Кангас-дель-Нарсеа (Астурия) — задержала на пороге школы и расстреляла группа фалангистов.
В свидетельстве о смерти было написано, что она умерла во время боевых действий. Однако Ильда подчеркивает, что «ее единственное оружие были ключи от школы в кармане платья». Через сутки расстреляли и отца, который узнав, что жена задержана, приехал к фалангистам, чтобы обменять себя на нее.
Тогда дедушка Ильды взял трех своих внучек (самой Ильде было тогда три года) и увез девочек в горы. «Он был очень испуган, потому что в городе говорили, что франкисты хотят «уничтожить все с корнями», ему рассказали, что накануне франкисты убили 14-летнего подростка, который отказался сказать, где находится его брат-партизан», — рассказала Ильда.
Издание приводит отрывок из речи Ильды, которую она произнесла в 2000-м году у могилы, где, как она тогда думала, находятся останки ее матери.
«Плачу о них, оплакиваю несправедливую, ужасную и трусливую расправу над ними. Оплакиваю их страх, их боль, их прерванную молодость, жизнь, которую они не прожили. Плачу за нас, оставшихся сиротами на милость их убийц, которые сорок лет оскорбляли и унижали память о них, лгали и об их жизни, и об их смерти. Плачу за все то, что нам пришлось молча вытерпеть, за вдов, за матерей, за всех, кто умер, сжав губы, чтобы не заплакать», — заявила женщина.
Отметим, основное количество жертв франкизма пришлось на время после гражданской войны в Испании (1936-1939), когда сторонники Франко расправлялись с побежденными республиканцами. Их массово расстреливали и закапывали в придорожных канавах. Большая часть могил до сих пор не вскрыты, их останки не идентифицированы.
Hilda Farfante, a punto de cumplir 90 años, ruega al Gobierno ayuda para recuperar los restos de sus padres, maestros de la República asesinados en 1936
Hilda Farfante en 2010, cuando participó en el encierro simbólico en una facultad de la Universidad Complutense en apoyo a Baltasar Garzón.
Hilda Farfante en 2010, cuando participó en el encierro simbólico en una facultad de la Universidad Complutense en apoyo a Baltasar Garzón.LUIS SEVILLANO
“Siempre dije que mientras me quedase voz, gritaría por ellos, pero se me está apagando… He pasado mi vida buscándolos. Se trata de mis padres. Pronto partiré y no quiero dejarlos en la cuneta”. Hilda Farfante ha sido una de las primeras en escribir a la dirección de correo habilitada el pasado viernes por el Gobierno para recibir ideas para la nueva ley de memoria histórica ([email protected]). En su carta incluye seis propuestas y un ruego acompañado por las coordenadas de los lugares donde cree que fueron arrojados en 1936 Ceferino Farfante y Balbina Gayo, asesinados con apenas 24 horas de diferencia. Primero ella, y luego él. Hilda va a cumplir 90 años. El texto que ha enviado a La Moncloa repite tres veces la palabra “urgente”.
Su historia forma parte del horror compartido por decenas de miles de víctimas de la Guerra Civil que no cayeron en el frente de batalla, ejército contra ejército. Los que murieron fusilados por votar o pertenecer a un partido político; a un sindicato o, como en el caso de los padres de Hilda, por ser maestros de la República. El 8 septiembre de 1936, Balbina, que era la directora de la escuela de Cangas del Narcea (Asturias), acudió a poner en marcha el curso escolar. Vivían en Besullo, un pueblo pequeño, a 17 kilómetros, que entonces no tenía ni carretera. “Y a la puerta misma de la escuela, según lo que contaron al día siguiente, un grupo de falangistas la detuvo. Siempre digo que murió en acto de servicio. Ocho años después del asesinato, en su partida de defunción escribieron que murió por un hecho de guerra, pero su única arma era la llave del colegio que llevaba en el bolsillo”, relata Hilda.
En cuanto supo que habían detenido a su mujer, Ceferino Farfante salió a caballo a buscarla. En una posada intentaron convencerle para que se diera la vuelta. Él siguió hasta Cangas del Narcea para intentar cambiarse por ella. Llegó al cuartel el 11 de septiembre de 1936, pero ya era tarde. “Aquella mañana habían matado ya a mi madre y aquella misma noche lo sacaron a él por atrás y también lo fusilaron. A uno lo tiraron a una cuneta, a otro en un barranco…”.
El padre de Ceferino cogió entonces a sus tres nietas, Hilda, de cinco años, Noemí, de 7 y Berta, recién cumplidos los 4, las subió a dos mulas y se las llevó al monte. “Estaba muy asustado porque en el pueblo se decía que los franquistas querían ‘acabar hasta con las raíces’ y le contaron que unos días antes habían matado a un chico de 14 años por negarse a revelar dónde estaba su hermano guerrillero”. Mientras, un hermano de Ceferino había llamado a las puertas de familias de derechas para rogarles que escribieran cartas en su favor. Pero de camino al cuartel le dijeron: “Farfante, no corras que ya los han matado a los dos y tu padre se ha ido al monte con las niñas”. Cuando los encontró se los llevó a su casa de Luarca.
“Nadie nos explicó nada. Lo sabíamos nosotras de tapadillo y de tapadillo seguimos”. Las tres hermanas fueron separadas. Berta y Noemí se quedaron con unos tíos que les decían que sus padres habían muerto por querer más a la política que a ellas. Hilda fue a vivir con su tía Guillermina, también maestra, una mujer que cerraba las contraventanas de madera de su casa para que no la vieran llorar. El hermano de Ceferino que había intentado salvarlo con aquellas cartas murió al poco tiempo, emborrachándose. La abuela materna de Hilda enloqueció del dolor.
Hilda pide al Gobierno que constituya una unidad estatal para atender todas las demandas de recuperación de restos de los que, como sus padres, permanecen en fosas y cunetas. Propone que la nueva ley incluya la creación de un banco de ADN para tomar muestras de los familiares de los desaparecidos y poder así identificar a los fusilados; que se lleve a cabo una “exhaustiva investigación” de las desapariciones, poniendo en común la información acumulada durante años por particulares, asociaciones, expertos y distintas administraciones; que se establezcan objetivos y sobre todo, plazos, para reparar a las víctimas y que en el currículo escolar –ella también fue maestra- se incluyan contenidos para dar a conocer la represión franquista.
En el año 2000, junto a la fosa donde creen que fue arrojada su madre, en un acto para recordar a las víctimas del franquismo, le pidieron que dijera unas palabras. A Hilda se le escapó un grito que terminó convirtiéndose en el himno de los desaparecidos del franquismo: “Grito por ellos, por su injusta, terrible y cobarde muerte. Por su miedo, por su dolor, por su juventud truncada, por la vida que no vivieron. Grito por nosotros, que nos quedamos aquí, sin ellos, huérfanos a merced de sus asesinos, que se pasaron 40 años insultándoles, pisoteándoles y diciendo mentiras y más mentiras sobre su vida y sobre su muerte. Grito por todo lo que tuvimos que callar y que aguantar. Por las viudas, por las madres, por todos los que murieron con la boca bien apretada para que no se les escapara este mismo grito…”.