
Общежитие для сезонных рабочих построили на общественные средства в испанской провинции Уэльва, в качестве наглядного примера для властей как нужно решать проблемы трущоб в Испании, 18 марта сообщает газета El Pais.
Несмотря на высокий индекс безработицы в Испании, сельское хозяйство страны не справляется без сезонных рабочих. Так, например, в Андалузии, на западе которой находится провинция Уэльва, временные рабочие живут в трущобах, без питьевой воды, света и вывоза мусора. Таких трущоб в регионе 119. В них живет порядка 13 тыс. человек, в том числе женщины и дети.
Чтобы показать властям региона, как можно решить эту задачу, ассоциация «Новые граждане за межкультурные связи» (ASNUSI) собрала в социальных сетях 100 тыс. евро и построила общежитие для 40 сезонных рабочих на два этажа: со столовой, женскими и мужскими спальнями, общим залом, душами и туалетами, стиральными машинами. Проживание в общежитии не будет бесплатным, рабочий должен будет оплатить коммунальные услуги. Максимальный срок проживания — один сезон (6 месяцев).
«Мы сделали это сами в связи с бездействием администрации. Это сделано, чтобы продемонстрировать, что решение можно найти и оправдания не принимаются», — заявил Сейдоу Диоп, представитель ассоциации.
Напомним, на полях Уэльве активно выращивается клубника, для сбора которой привлекаются сезонные рабочие Африки и Восточной Европы.
Este alojamiento es la excepción en Andalucía, donde existen 119 asentamientos chabolistas: 40 en la provincia de Huelva y 79 en Almería. En ellos viven unas 13.000 personas, según los datos trasladados por la ONG onubense Asociación Multicultural de Mazagón y Almería Acoge a la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo, que ha pedido a la Comisión que investigue la situación. Los poblados se han ido levantando desde finales de los 90 y se han asentado al albur de la industria hortofrutícola que empezó a asimilar mano de obra extranjera a comienzos del siglo XXI.
Javier Pérez, coordinador de Cepaim en Andalucía, explica que “en Almería, los asentamientos siempre han sido permanentes por el tipo de agricultura, y [en ellos] viven familias, con mujeres y niños; en Huelva, al principio, se levantaban solo para lo que duraba una campaña, pero ahora ya viven todo el año y cada vez hay más masificación”. La situación es la misma, o peor, que hace 25 años: carecen de agua potable, luz o recogida de basuras. No hay censos oficiales, pero los cálculos de las diferentes asociaciones que trabajan con ellos coinciden en que entre el 60% y el 80% de sus habitantes están en situación irregular.
La estancia máxima en el albergue de Lepe es de seis meses, lo que dura una campaña. No es una obra de beneficencia y Diop lo deja muy claro. Diop explica que “para entrar hay que ser socio de Asnuci y pagar 96€ de fianza. Es un alquiler y hay que pagar el agua y la luz”. E incide: “Dicen que vivimos en chabolas porque queremos ahorrar dinero y eso no son más que prejuicios, a nadie le gusta vivir así”.
Diop sabe de lo que habla. Llegó hace cuatro años a España desde Senegal y vivió en los asentamientos de Lepe. “Me he roto el alma para salir de esta situación”, explica. Ahora sigue trabajando en el campo como mediador e intérprete. Frente a su albergue se levanta otro. Lo empezó a construir el Ayuntamiento de Lepe en 2005 para alojar a temporeros y en 2011 se abandonó tras una inversión de más de un millón de euros. Ahora lo ocupan un centenar de jornaleros. Uno de ellos, Francisco Braima, de 64 años, asegura: “No queremos nada gratis, pero yo en tres meses no he ganado ni 2.000 euros. ¿Cómo voy a pagar un alquiler?”. Y recuerda el miedo que pasó en los incendios de asentamientos del verano pasado. “Cuando todo arde, vienen a interesarse, pero luego todo sigue igual. Nadie ayuda”, lamenta.
Frente a ese segundo albergue se asoman algunas chabolas de un poblado vecino, iguales a las que a 60 kilómetros rodean a Yousseff Alsisi, que descarga arena en una carretilla. Está amasando un rudimentario preparado de cemento para enlosar la superficie de otra infravivienda. “Bastan cinco minutos para que todo arda y una semana para ponerlo en pie”, dice con una triste sonrisa.