
La aparición de Isabel Preysler en el plató del popular programa «El Hormiguero» se convirtió en todo un acontecimiento que no defraudó las expectativas del público. El presentador Pablo Motos recibió a la socialité de 74 años con una admiración evidente, calificándola de «mujer impresionante». De hecho, su entrada fue impactante: vestida con un elegante conjunto azul y tacones de vértigo, lucía impecable. Sorprendió a todos su deseo de unirse a su hija Tamara Falcó en la mesa de debate, lo que desató rumores sobre un posible nuevo proyecto televisivo. La propia Preysler insinuó que, aunque había pensado en poner fin a su carrera, aún hay una idea que le queda por realizar.
Durante la conversación salieron a la luz numerosos detalles sensacionales de su intensa juventud. Isabel relató su primer romance serio, que vivió a los 18 años con el heredero de un imperio bancario filipino. Una apasionada historia de amor que la llevó, tras volar en un avión privado a su finca, a no poder regresar a casa por una «avería» en la aeronave. Este incidente obligó a sus padres a enviar a la joven Isabel a España, cambiando radicalmente su destino. Igualmente dramática fue la historia de su matrimonio con Julio Iglesias. Confesó que llegó al altar estando embarazada y lloró el día de su boda. Para ella, como para Julio, fue una decisión obligada y apresurada, ya que en 1970 un embarazo fuera del matrimonio se consideraba una auténtica tragedia.
Preysler también abordó el tema de sus relaciones con los hombres, señalando que siempre prestó atención a con qué mujeres habían salido antes. Según ella, si un hombre había tenido parejas interesantes y atractivas, eso lo hacía más deseable a sus ojos. Sin embargo, la vida junto a compañeros famosos e influyentes, como Julio Iglesias, Miguel Boyer y Mario Vargas Llosa, también tenía su lado negativo. Confesó abiertamente que nunca se sintió verdaderamente libre debido a los celos intensos de ellos. Por ejemplo, Iglesias le prohibía bailar con cualquier persona que no fuera él mismo. También recordó su amistad con la nieta de Franco, gracias a la cual, durante su juventud, solía visitar la residencia de El Pardo y veía cómo el dictador, en vez de té, bebía ‘Fanta’ de naranja.
Uno de los temas más comentados fue su decisión de hablar abiertamente sobre sus cirugías plásticas. Isabel confirmó que se sometió a un lifting facial a los 50 años y a otro mucho después, pero su verdadera “tortura” fue la nariz. Se realizó varias rinoplastias, dos de ellas provocadas por golpes accidentales de su hija y su nieto. Los médicos utilizaron cartílago e incluso un fragmento de costilla para la reconstrucción, y una de las intervenciones en Dallas, aunque le dio la forma de nariz perfecta, le impidió volver a sonreír. Además, por primera vez, Preysler definió claramente su postura política, declarándose “una mujer de derechas”, lo que en su momento le generó muchos problemas a su marido, el ministro socialista Miguel Boyer. Para concluir la entrevista, contó cómo, gracias a su hija Tamara, pudo dejar atrás su sensibilidad excesiva y aprender a perdonar, lo que le ha permitido aceptar y querer a su actual yerno, Íñigo Onieva.






