
En el mapa de España existen lugares que no se promocionan en grandes carteles publicitarios. Se esconden silenciosos entre los pliegues de las montañas, esperando a quienes saben viajar sin prisas. No hay camas gigantes ni spas de pago, pero quienes llegan hasta aquí aseguran que algo dentro de uno cambia para siempre. Tal vez sea por el silencio abrumador, o por esa forma distinta en la que el tiempo empieza a transcurrir en este lugar.
En un rincón apartado del valle de Pas, entre cimas cubiertas de niebla y prados infinitos, se encuentra un conjunto de casas rurales que ha sabido mantener la autenticidad pasiega sin renunciar a la elegancia. Su arquitectura de piedra y madera, restaurada con materiales locales, conserva la calidez de la sencillez y el encanto de lo auténtico. Este proyecto, impulsado por la familia Botín, nació con una misión clara: respeto al entorno y promoción del turismo rural responsable. Cada detalle, desde los interiores con vigas vistas y chimeneas modernas hasta la selección de textiles naturales y obras de artistas locales, está pensado para crear un ambiente acogedor y consciente. El resultado es un espacio donde el bienestar se mide por la profundidad de la respiración y la calma de los amaneceres. El complejo también utiliza fuentes de energía renovables y sistemas eficientes de conservación, reafirmando su compromiso con la preservación de este paisaje único.
Estas viviendas no son solo un lugar para descansar, sino también un ejemplo de autosuficiencia. En el recinto hay un pequeño huerto, un gallinero con gallinas de raza pedresa y un rebaño de ovejas carranzana, que pastan bajo la atenta vigilancia de los mastines locales. Los huéspedes pueden degustar productos de la huerta: cordero lechal, huevos frescos y verduras de temporada, lo que refuerza el vínculo entre el paisaje y la mesa. Para quienes prefieren relajarse por completo, el chef prepara platos tradicionales fieles a los sabores de Cantabria, como cocido montañés o cordero asado. Y cuando hace buen tiempo, no hay nada mejor que comer al aire libre, acompañado por el murmullo del río Pas y el aroma de la hierba recién cortada.
El complejo ofrece tres opciones de alojamiento. “Arce” es la más espaciosa, con tres dormitorios y capacidad para hasta diez personas. “Espino” y “Serbal” están diseñados como estudios ideales para parejas. Todas las casas cuentan con chimenea, cocina equipada y una cuidada decoración que equilibra tradición y diseño. En una de las casas, la bañera está situada junto a la ventana, invitando a contemplar el valle mientras el vapor cubre lentamente el cristal. En cada detalle se percibe el deseo de crear un refugio íntimo donde la comodidad moderna convive perfectamente con el alma rural de Cantabria. Pero el principal tesoro de este lugar está más allá de sus muros. Senderos que serpentean entre prados verdes, pueblos pintorescos como Vega de Pas, la cueva de Soplao o el parque de Cabárceno son excelentes excusas para descubrir la España rural, vibrante y profundamente humana. Es un destino que no solo se visita: se siente, se respira y permanece en la memoria.
Las cabañas se encuentran en el municipio de Vega de Pas, a poco más de una hora en coche de Santander y a menos de dos horas de Burgos o Bilbao. El camino desde estas ciudades transcurre por la autopista A-67, desde donde hay que desviarse por carreteras secundarias que serpentean entre pequeños pueblos pasiegos, donde el propio paisaje invita a la tranquilidad. Sin duda, es una de esas escapadas de la realidad donde el lujo consiste no en lo que posees, sino en todo lo que dejas atrás: las prisas, el ruido y el desconcierto interior. Quizás por eso quienes llegan aquí buscan algo más que un lugar donde dormir; buscan recuperar la calma. Aquí, entre el susurro del río y el eco de las montañas, la naturaleza vuelve a enseñarnos a escuchar el silencio.






