A principios de julio de 2025, el Ministerio del Interior de España anunció la resolución de uno de los casos más enigmáticos de los últimos años. La identidad de la mujer conocida durante años como la «Dama de Rosa» finalmente ha sido establecida. Su cuerpo fue hallado en el verano de 2005 en la cuneta de una carretera cerca de Viladecans (provincia de Barcelona). En ese momento, nadie podía imaginar quién era esa joven de ojos azul intenso y cabello castaño cobrizo y ondulado.
El día de la tragedia vestía un llamativo conjunto rosa: pantalones fucsias, una blusa con estampado floral y sandalias negro-rosadas. Justamente este atuendo le valió el apodo con el que se la conocía en toda Cataluña. La causa de la muerte despertó de inmediato sospechas entre los investigadores, y la ausencia de documentos u objetos personales complicó aún más la tarea. Durante años, el caso permaneció sin resolver y su nombre seguía siendo un misterio.
La situación cambió gracias a la operación internacional Identify Me, impulsada por Interpol. La delegación española de la organización en Madrid coordinó la investigación, colaborando con colegas de Turquía y Rusia. El avance clave se produjo cuando llegaron huellas dactilares desde Ankara: coincidían con las tomadas al cuerpo de la «Dama de Rosa». Después, expertos en antropología forense de la Policía Nacional de España confirmaron la coincidencia, y especialistas rusos compararon el ADN de la fallecida con el material genético de su hermana. Así se logró establecer que la víctima era Ludmila Zawada, de 31 años y origen ruso.
La investigación sobre las circunstancias de la muerte de Lyudmila continúa. Las autoridades no revelan detalles, pero destacan que la cooperación internacional permitió no solo restablecer la justicia, sino también fortalecer la confianza entre países en cuestiones de criminalística. La operación Identify Me ya ha dado resultados en otros casos: a principios de este año se logró identificar a otra mujer hallada en 2018 en Girona. En aquella ocasión se trataba de una ciudadana de Paraguay, conocida durante mucho tiempo como la “Mujer del cobertizo”. Su identidad también fue establecida gracias al intercambio de datos entre las bases policiales de diferentes países.
En ambos casos, las víctimas permanecieron durante mucho tiempo sin nombre y sus historias, sin contar. Ahora, años después, los familiares tienen la oportunidad de conocer la verdad y, posiblemente, reclamar justicia. Los investigadores españoles subrayan que estos logros solo han sido posibles gracias a la estrecha colaboración con colegas extranjeros y a la implementación de métodos modernos de identificación.
