Cuando se habla de Andalucía, la imaginación suele evocar playas bañadas por el sol y pueblos blancos. Sin embargo, con la llegada del otoño, el sur de España revela facetas menos conocidas pero igual de fascinantes. A los pies de las imponentes montañas de Sierra Nevada se extiende un humedal único: la Laguna de Padul. En esta época del año, el paraje se transforma en un lienzo viviente pintado de tonos dorados, carmesí y ocre, donde las aguas tranquilas reflejan el cielo bajo del otoño. No es solo un paisaje hermoso, sino un mundo entero que atrae a amantes de la calma, fotógrafos y ornitólogos de toda Europa.
Un viaje a través de los milenios
El valor de este lugar va mucho más allá de su belleza paisajística. La Laguna de Padul es el único humedal de origen endorreico en la provincia de Granada, vestigio de un gran lago que cubría este valle en tiempos prehistóricos. Sus suelos de turba funcionan como una verdadera cápsula del tiempo. Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz restos perfectamente conservados de mamuts, tigres de dientes de sable y otros gigantes de la era glacial. Pasear por los senderos locales, que llevan nombres como la ‘Ruta del Mamut’ o el ‘Sendero del Tigre de Dientes de Sable’, es sumergirse de lleno en el remoto pasado del planeta. Cada paso aquí es un recordatorio de la antigüedad de estas tierras que guardan los secretos de milenios.
La paleta otoñal andaluza
En otoño, la laguna despliega todo su esplendor. Las altas cañas y los chopos ribereños se tiñen de tonos cálidos, creando un contraste increíble con el azul del agua y las cumbres nevadas de Sierra Nevada en el horizonte. Para mayor comodidad de los visitantes, se han instalado pasarelas de madera y miradores, permitiendo observar la vida de este ecosistema sin alterar su delicado equilibrio. Es un lugar ideal para paseos tranquilos, donde los únicos sonidos son el susurro de las hojas, el chapoteo del agua y los cantos de las aves. El aire se llena de frescura y paz, brindando una sensación de total conexión con la naturaleza. Los fotógrafos encuentran aquí una fuente inagotable de inspiración en el juego de luces y reflejos, mientras que los senderistas pueden explorar los alrededores durante horas, descubriendo nuevos paisajes en cada rincón.
Refugio para viajeros alados
La Laguna de Padul no es solo un monumento natural, sino también un importante centro ornitológico. Este humedal ostenta el estatus de Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y está incluido en la Lista Ramsar como humedal de importancia internacional. Es un punto clave en las rutas migratorias de miles de aves, que hacen aquí una parada para descansar y alimentarse durante sus largos viajes entre África y el norte de Europa. En total, se han registrado más de doscientas especies diferentes de aves, entre las que se pueden observar al martín pescador, la garza real, el avetoro pequeño y el raro rasconcillo. Para quienes deseen descubrir en profundidad la singularidad de la flora y fauna local, funciona la aula de naturaleza “El Aguadero”, donde se organizan actividades educativas. Gracias a su accesibilidad y valor científico, este lugar reafirma su estatus como una de las joyas más infravaloradas de Andalucía, que merece ser descubierta precisamente en la tranquila y reflexiva temporada otoñal.
