El miércoles, en la Cámara Alta del Parlamento español, se libró un intenso debate en torno a la propuesta de calificar lo que ocurre en Gaza como genocidio. Los socialistas, impulsores de la iniciativa, buscaban no solo apoyo, sino también forzar a la oposición a tomar una postura clara. Sin embargo, los representantes del Partido Popular (PP) y de la ultraderecha de Vox se opusieron, lo que dio pie a un encendido debate.
Desde el inicio de la sesión quedó claro que el debate sería complicado. La mayoría de los senadores del PP optaron por no estar presentes en la sala, y quienes permanecieron mostraban evidente desinterés. Cuando llegó el momento de la votación, el hemiciclo se fue llenando poco a poco, pero el resultado era previsible: ambos partidos rechazaron la propuesta de los socialistas.
Durante el debate, los representantes de la izquierda no ocultaron sus emociones, acusando a la oposición de carecer de principios morales. Algunos diputados incluso pusieron en duda si sus adversarios podían dormir tranquilos sabiendo lo que ocurre en Oriente Próximo. Como respuesta, senadores de otros partidos reprocharon al gobierno intentar utilizar la tragedia para desviar la atención de los problemas internos, incluidos los escándalos de corrupción.
Los partidos nacionalistas no se opusieron al uso del término «genocidio», aunque sus representantes afirmaron que todo este debate no es más que un juego político entre los dos principales partidos del país. Vox, por su parte, criticó duramente la política exterior del primer ministro, acusándole de indiferencia ante el destino de los habitantes de Gaza y de buscar beneficios personales.
El PP, a pesar de las discrepancias internas, se limitó oficialmente a calificar lo sucedido como una «destrucción masiva» y una «catástrofe humanitaria». Algunos líderes regionales del partido ya habían llamado genocidio a los acontecimientos en Gaza, pero la dirección central decidió no cruzar esa línea. Al mismo tiempo, algunos miembros del partido prefirieron no utilizar ninguna definición, refiriéndose simplemente a lo ocurrido como una guerra.
En definitiva, el intento de los socialistas de lograr el reconocimiento oficial del genocidio en el Senado fracasó. Esta decisión intensificó aún más las diferencias entre los partidos y puso de manifiesto la importancia de la política exterior en la sociedad española. En los próximos días se esperan nuevos debates y, posiblemente, nuevas iniciativas al respecto.
