
En 2025, cuando el problema del estrés es especialmente grave, el especialista español en psicología positiva Ángel García Infantes llamó la atención pública sobre un método sencillo pero eficaz de relajación. Describió esta técnica, conocida como «humming», como una medicina gratuita que siempre está a nuestro alcance.
En esencia, el humming consiste en emitir un zumbido prolongado con la boca cerrada al exhalar. A primera vista puede parecer inusual, pero investigaciones científicas confirman la eficacia de estas técnicas vibratorias, incluidas las mantras budistas y los cantos védicos. El mecanismo de acción recuerda al ronroneo de los gatos: las vibraciones estimulan el nervio vago, que es un regulador clave del sistema nervioso. Además, en los senos nasales se incrementa la producción de óxido nítrico, una molécula que dilata los vasos sanguíneos, mejora la circulación y el suministro de oxígeno al cerebro.
Esta técnica es especialmente relevante en situaciones que la psicóloga Paloma Aleñar define como «ansiedad invisible» (ansiedad invisible). Se trata de un estado crónico de alerta elevada en el organismo, que muchos ni siquiera asocian con el estrés. Los síntomas pueden incluir alteraciones del sueño, irritabilidad, dificultades de concentración y tensión muscular. El flujo constante de notificaciones, las fechas límite laborales y las altas exigencias personales mantienen al sistema nervioso simpático en tensión permanente. El humming ayuda a desconectar suavemente este estado de alerta y facilita el paso a una situación de calma.
La analogía con los gatos no es casual. Estos animales no solo ronronean por placer, sino también para su propia recuperación. Las vibraciones en el rango de 25 a 150 hercios favorecen la regeneración de los tejidos, reducen el dolor e incluso aceleran la curación de fracturas. Para ellos, es un mecanismo natural de autorregulación. De esta manera, la persona que practica el ‘humming’ utiliza, en realidad, una herramienta incorporada en su organismo para restablecer el equilibrio, del mismo modo que lo hacen los gatos.
Para probar esta técnica, basta con encontrar un lugar tranquilo y sentarse o tumbarse en una posición cómoda. Inhale profundamente por la nariz y, al exhalar, emita un sonido grave y zumbante con la boca cerrada. Es importante concentrarse en la sensación de vibración en la cabeza, la garganta y el pecho. Se puede practicar entre 5 y 10 minutos al día. Para potenciar el efecto, Paloma Aleñar recomienda combinar el humming con la técnica de respiración ‘4-7-8’: inhale en 4 tiempos, mantenga la respiración en 7 y exhale en 8. Esto ayuda a relajarse más profundamente y a entrenar al sistema nervioso a volver más rápido a la calma.
La eficacia del humming está respaldada por varios estudios. Científicamente se ha demostrado que la práctica regular contribuye al aumento de la variabilidad de la frecuencia cardíaca, lo cual es un indicador de un sistema nervioso saludable. También se observa una reducción en el nivel de cortisol (hormona del estrés), una mejora de las funciones cognitivas debido a un mejor suministro de oxígeno al cerebro y la estimulación de la producción de serotonina y dopamina, neurotransmisores responsables del buen ánimo y la motivación.





