
España busca alternativas para superar la tradicional dependencia del sector turístico de los meses de verano, festivos y puentes. Una posible solución es el impulso del turismo activo en la naturaleza, capaz de asegurar un flujo estable de viajeros durante todo el año, apoyar la economía local y generar empleo permanente. Esta tendencia atrae a nuevos actores al país, como la plataforma italiana Freedome, que inició sus operaciones en España en 2025.
El problema de la estacionalidad provoca la saturación de los destinos más populares en temporada alta y largos periodos de inactividad el resto del año, lo que afecta negativamente a la estabilidad empresarial y al empleo. Un estudio realizado en 2024 en Italia demuestra que el turismo activo puede modificar esta dinámica. Según los datos, más del 60% de los aficionados a las actividades al aire libre las practican tanto en temporada alta como en baja. Solo una cuarta parte de los encuestados concentra sus viajes en los meses pico, como julio y agosto.
Además, este tipo de ocio favorece el descubrimiento de nuevos destinos menos conocidos. Más de la mitad de los participantes en el estudio visitaron entre uno y dos lugares nuevos gracias al turismo activo. Un factor clave es el apoyo al comercio local: más del 76% de los turistas prefieren pequeños operadores locales frente a grandes cadenas, y más del 82% valora el consumo de productos de la zona.
El impacto económico del desarrollo del turismo activo no se limita únicamente a suavizar las fluctuaciones estacionales. Tiene un efecto multiplicador en la economía de las regiones. Alrededor del 63% de los viajeros combinan actividades al aire libre con experiencias gastronómicas o culturales, lo que genera ingresos para restaurantes, hoteles y artesanos. Esto también fomenta la colaboración a nivel local. En Italia, casi el 74% de los operadores lograron encontrar nuevos socios gracias a su participación en este tipo de proyectos, ampliando así la red de profesionales del sector.
Representantes de la empresa Freedome destacan que el turismo activo crea un modelo de viaje más sostenible y auténtico, asegurando la estabilidad económica de las regiones. Según ellos, España, con su diversidad de paisajes y zonas climáticas, tiene un gran potencial para adoptar este enfoque, permitiendo organizar actividades durante todo el año. Basándose en la experiencia de Italia, donde el impacto económico de la plataforma superó los 15 millones de euros gracias a los gastos adicionales de los turistas, la empresa espera resultados similares en España.
España ya ofrece una amplia variedad de actividades de ocio durante todo el año. Ejemplos de ello son los paseos a caballo para toda la familia en Pinto (Madrid), coasteering en los acantilados de Villajoyosa (Alicante), vuelos en parapente en Alarilla (Guadalajara) o la ascensión por la vía equipada Vía Ferrata Roca de la Creu en los Pirineos. El rafting en el cañón de Almadenes (Murcia) con visita a cuevas es una excelente alternativa al turismo de playa masivo.
El desarrollo del turismo activo también es una herramienta eficaz para combatir la sobrecarga turística, o “overtourism”. Este problema ya está presente en la agenda de muchas ciudades españolas. Por ejemplo, en Toledo se ha limitado el tamaño de los grupos turísticos a 30 personas y se ha prohibido el uso de megáfonos, mientras que en San Sebastián el límite es de 25 personas. En las islas Cíes, en Galicia, existen desde hace años estrictas cuotas de acceso para proteger el ecosistema. El turismo activo contribuye a redistribuir los flujos de viajeros hacia zonas rurales y menos conocidas, disminuyendo la presión sobre los destinos urbanos populares y creando un modelo turístico más equilibrado y competitivo.






