
En España, los smartphones dejaron hace tiempo de ser cosa solo de jóvenes. Hoy los usan prácticamente todos, sin importar la edad. En reuniones familiares y de amigos, los teléfonos descansan sobre la mesa junto a los cubiertos, y las conversaciones suelen interrumpirse para revisar mensajes o ver vídeos cortos. Incluso la generación mayor, que hasta hace poco desconfiaba de las nuevas tecnologías, ahora sigue el ritmo de los jóvenes.
Según las estadísticas, más del 95% de los españoles de entre 65 y 74 años usan teléfonos móviles, y tres de cada cuatro se conectan a internet a diario. Esto hace que adultos y mayores sean tan dependientes de los dispositivos como los adolescentes. Por eso, cuando padres o abuelos piden a los niños limitar el tiempo frente a la pantalla, sus palabras suenan poco convincentes: ellos mismos no pueden apartarse del móvil ni siquiera durante la cena familiar.
El impacto de los smartphones en la sociedad es cada vez más evidente. En España hay más de 62 millones de líneas móviles para una población de unos 48 millones. Esto significa que hay más de un teléfono por habitante. El tiempo medio que los españoles pasan en internet supera las seis horas y media al día. Y no solo los jóvenes: también los adultos usan activamente redes sociales, mensajerías y plataformas de vídeo. La inteligencia artificial selecciona el contenido ideal para cada usuario, atrapando su atención y logrando que vuelvan a la pantalla una y otra vez.
Smartphones y sociedad: nuevos retos
La adicción a los dispositivos se vuelve cada vez más evidente. En cafeterías, en la calle, en el transporte — personas de todas las edades miran sus pantallas, muchas veces sin percatarse de lo que sucede a su alrededor. Esto afecta la calidad de la comunicación, reduce la atención hacia los interlocutores e incluso provoca conflictos familiares. Muchos adultos ya no conciben un día sin notificaciones constantes, vídeos breves y noticias, que a menudo resultan ser falsas o exageradas.
En algunas regiones del país, las autoridades ya han empezado a tomar medidas. Por ejemplo, en Catalunya se prohibió completamente el uso de teléfonos móviles en escuelas y liceos. Sin embargo, los expertos creen que esto no es suficiente: podrían hacer falta restricciones también en otros espacios públicos, como residencias de mayores y clubes para jubilados. El problema ya no es solo de adolescentes: ahora afecta a todos.
Tecnologías sin control: riesgos para el futuro
La obsesión masiva con los smartphones beneficia a las grandes empresas tecnológicas, que ganan dinero con el tiempo que los usuarios pasan conectados. Pero para la sociedad, esto significa la pérdida de la comunicación cara a cara, el deterioro de las capacidades cognitivas y un aumento del aislamiento social. Los niños y adolescentes son especialmente vulnerables, pero los adultos tampoco quedan fuera. Si no se actúa, la dependencia de los dispositivos podría convertirse en uno de los principales problemas de los próximos años.
La sociedad española se enfrenta a una elección: dejar que la tecnología controle por completo la vida cotidiana o aprender a usarla con inteligencia, sin olvidar la verdadera comunicación. Por ahora, los teléfonos inteligentes siguen acaparando la atención de personas de todas las edades, cambiando los hábitos y el estilo de vida de todo un país.






