
La historia del matrimonio y la separación de Julio Iglesias e Isabel Preysler estuvo rodeada durante décadas de rumores y especulaciones. Muchos pensaban que el famoso cantante nunca logró aceptar la pérdida, mientras que los seguidores de la pareja mantenían la esperanza de una reconciliación hasta el final. Las recientes memorias publicadas por la socialité, que se han convertido en todo un fenómeno editorial, por fin han arrojado luz sobre aquellos años, aclarando detalles que ella guardó en secreto durante mucho tiempo, a pesar de la constante atención de la prensa.
La relación entre los ex esposos, quienes hace tiempo hallaron la felicidad en nuevas parejas, siempre se mantuvo cálida y respetuosa. En sus memorias, Preysler destaca que tuvo una excelente relación también con el padre del cantante, el doctor Iglesias Puga. Por su parte, él siguió apoyando a su ex nuera y a sus nietos incluso después del divorcio. La causa de la ruptura, según se supo, fueron las innumerables infidelidades del artista, que no negó cuando mantuvieron una conversación directa.
El punto clave en la separación fue la cuestión financiera. El matrimonio se celebró bajo el régimen de bienes gananciales, lo que le daba a Isabel derecho a reclamar la mitad de todo lo adquirido. Sin embargo, decidió no iniciar ningún litigio. Preysler era consciente de que la enorme fortuna se había logrado gracias al talento y la fulgurante carrera de Julio, quien se convirtió en uno de los primeros artistas hispanohablantes de fama internacional. Isabel confiaba en sus propias capacidades y en su habilidad para salir adelante por sí misma, y lo demostró en los años siguientes.
Finalmente, Julio Iglesias, durante una conversación personal, le propuso a su exesposa unas condiciones que ella consideró justas. Le dejó dos propiedades: un piso en una zona exclusiva de Madrid y una casa en Guadalmar, en la Costa del Sol. Isabel aceptó la oferta sin dudarlo.
Poco después, el abogado del cantante se puso en contacto con Preysler para comunicarle otra decisión de su cliente. Además de las propiedades, Iglesias estableció una pensión mensual de 200.000 pesetas para ella y 180.000 pesetas para sus tres hijos. Los pagos para Isabel terminaron cuando solicitó la nulidad matrimonial para casarse con Carlos Falcó. La manutención de los niños continuó hasta que la familia se trasladó a Miami. El abuelo también apoyaba: el doctor Iglesias Puga cubría los gastos de seguridad y la membresía de sus nietos en un club exclusivo de Madrid, demostrando su constante apego a la familia.






