
En la política española, las elecciones anticipadas se han convertido desde hace tiempo en una herramienta que los líderes utilizan para intentar reforzar su posición. Sin embargo, la historia demuestra que este paso no siempre da el resultado esperado. La decisión de adelantar la fecha de la votación suele tomarse en momentos de incertidumbre, cuando parece que el contexto es perfecto para ganar. Pero la realidad a menudo introduce cambios imprevistos.
Éxitos estratégicos y fracasos inesperados
En los últimos años, algunos políticos supieron sacar el máximo provecho de las elecciones anticipadas. Así, en Madrid en 2021 y en Andalucía en 2022, los líderes no solo lograron mantenerse en el poder, sino que también fortalecieron notablemente su posición. Siguiendo su ejemplo, María Guardiola en Extremadura decidió convocar elecciones en diciembre, aunque en principio estaban previstas para 2027. En estos casos, la apuesta por la debilidad de la oposición y un momento político favorable funcionó a la perfección.
Sin embargo, no siempre unas elecciones anticipadas terminan en triunfo. El caso de Artur Mas en Catalunya en 2012 o de Susana Díaz en Andalucía en 2018 demuestra que intentar tomar la iniciativa puede tener el efecto contrario. En ocasiones, incluso una pequeña ventaja inicial puede traducirse en la pérdida de control y la necesidad de buscar nuevas alianzas.
Motivaciones y justificaciones políticas
A menudo, la razón oficial para adelantar elecciones es la imposibilidad de aprobar el presupuesto o la amenaza de inestabilidad política. Sin embargo, detrás de estas explicaciones suelen esconderse cálculos más pragmáticos: aprovechar el momento cuando la popularidad está en auge y los rivales están debilitados. En algunos casos, como en Galicia o Valencia, los comicios anticipados se sincronizaron con los nacionales para beneficiarse del impulso de la tendencia política general. En otras ocasiones, por el contrario, los líderes buscan evitar solapamientos con grandes acontecimientos para no verse afectados por factores externos.
A veces, las elecciones anticipadas son una respuesta a crisis internas. Así ocurrió en Madrid, cuando las discrepancias con los socios de coalición llevaron a la disolución del parlamento. En otros escenarios, como en Castilla y León, el intento de replicar el éxito ajeno acabó fortaleciendo a fuerzas radicales y obligando a pactar con nuevos actores.
Experiencias internacionales y consecuencias inesperadas
Los políticos españoles no son los únicos que enfrentan los riesgos de adelantar elecciones. En otros países, como Reino Unido o Canadá, los intentos de ganar ventaja adelantando la votación a veces tuvieron el efecto contrario. Incluso si el líder conserva el cargo, su influencia puede verse seriamente debilitada y el panorama político transformarse por completo.
En España, cada nuevo caso de elecciones anticipadas genera debate: ¿vale la pena arriesgarse buscando un posible beneficio o es mejor esperar a la fecha prevista? No hay una respuesta clara. A veces, adelantarse da resultados, pero en muchas ocasiones conlleva dificultades inesperadas e incluso la pérdida del poder.





