
En 2025, España vuelve a estar en el punto de mira de los analistas europeos: casi una cuarta parte de los jóvenes menores de 20 años no supera la educación escolar obligatoria. Esta cifra duplica la media de la Unión Europea y supera notablemente a países como Italia y Portugal. Como consecuencia, una parte significativa de la juventud se enfrenta a oportunidades limitadas para acceder al empleo y la integración social.
De manera paradójica, el país presenta un exceso de titulados universitarios y de máster, mientras que los graduados en formación profesional de grado medio o licenciatura son notablemente menos. Este desequilibrio dificulta el desarrollo armonioso del mercado laboral, donde la demanda de técnicos y profesionales de nivel medio sigue insatisfecha. Expertos señalan que el origen del problema se remonta al pasado: muchos padres de los adolescentes actuales tampoco tuvieron acceso a una buena educación, por lo que no pueden servir de ejemplo a sus hijos.
La situación se agrava porque un tercio de los adultos españoles tiene dificultades con operaciones matemáticas básicas o no logra comprender rápidamente un texto corto. Estos datos son considerablemente peores que la media de la OCDE. Como resultado, España vuelve a situarse entre los primeros puestos en número de jóvenes conocidos como “nini”: aquellos que ni estudian ni trabajan. Más de la mitad busca empleo de forma activa, pero no logra encontrar uno adecuado debido a la falta de correspondencia entre sus competencias y las demandas del mercado laboral.
El mercado laboral exige habilidades básicas: alfabetización, capacidad de cálculo y resolución de tareas simples. Sin embargo, una parte considerable de los españoles no alcanza estos estándares. El problema es especialmente grave entre los graduados de carreras humanísticas y artísticas, donde la tasa de desempleo es casi el doble que entre quienes optaron por estudios técnicos o científicos.
Es curioso que España pueda presumir de una cobertura casi total en educación preescolar, pero esto no se traduce en resultados sostenidos en la educación primaria y secundaria. A los 12 años, los escolares españoles empiezan a quedarse atrás respecto a sus pares de otros países en lengua y matemáticas. Al mismo tiempo, el número de estudiantes extranjeros en las universidades españolas crece lentamente, a pesar del aumento general de la movilidad internacional en Europa.
El gobierno destaca los avances en la reducción del abandono escolar temprano y el aumento de la financiación educativa. Sin embargo, el nivel de finalización prematura de los estudios sigue siendo uno de los más altos de la UE. Las autoridades prometen nuevas medidas y campañas para motivar a los adolescentes a continuar formándose y elegir profesiones demandadas. No obstante, España sigue afrontando las consecuencias de un sistema educativo desequilibrado y de la falta de correspondencia entre los conocimientos adquiridos y las necesidades reales de la economía.





