
Vasos de plástico, botellas y restos de bolsas ya forman parte habitual del paisaje en la playa de El Puntal, en Somo, Cantabria. Este tramo de costa, protegido por programas medioambientales, se encuentra amenazado por las fiestas multitudinarias que tienen lugar aquí cada verano. Los vecinos señalan que, tras estos eventos, quedan montañas de basura en la arena y las dunas, y los servicios de limpieza no logran hacer frente al volumen de residuos.
En plena temporada festiva en Santander, cientos de jóvenes llegan a El Puntal en barcos abarrotados. Traen consigo alcohol y comida para pasar la noche en la playa. Muchos comparten fotos y vídeos en redes sociales, lo que incrementa la popularidad de este lugar entre la juventud. Sin embargo, al terminar las fiestas, los residuos permanecen sin recoger en la orilla, y los vecinos se encuentran con las consecuencias cuando regresan a la playa con sus hijos o amigos.
Los habitantes de Cantabria y Somo expresan cada vez más su descontento ante el comportamiento de los turistas, especialmente de los llegados desde Madrid. Según ellos, son los visitantes de la capital quienes más suelen ignorar las normas de comportamiento en entornos naturales y dejan el desorden tras su paso. Algunos locales advierten que este tipo de fiestas está convirtiendo un enclave natural único en un vertedero, a pesar de las numerosas leyes que protegen la zona.
Entre los veraneantes hay quienes intentan mantener la limpieza, pero la mayoría reconoce que el problema se ha vuelto masivo. Jóvenes de otras regiones de España, incluyendo Madrid, suelen venir a El Puntal más por subir fotos de moda en internet que por el propio disfrute. Los vecinos instan a las autoridades a endurecer el control y garantizar el orden en la playa para preservarla para las futuras generaciones.
Las autoridades municipales y regionales admiten que no logran hacer frente a la afluencia de visitantes. Los responsables locales solicitan apoyo a las instituciones nacionales para reforzar la seguridad y aumentar el personal que vela por el orden. Sin embargo, la situación sigue siendo tensa y los conflictos entre los vecinos y los turistas continúan.
En la playa se pueden ver tanto grupos de jóvenes como familias con niños, que deben tener cuidado por los cristales rotos y la basura. Algunos visitantes de Madrid consideran injusto que se les culpe de todos los problemas, señalando que también hay infractores locales. Aun así, la mayoría coincide en que las fiestas masivas dañan el ecosistema y dificultan el descanso tranquilo.
La playa de El Puntal sigue siendo un lugar popular para los encuentros veraniegos, pero aún está abierta la cuestión de cómo combinar el turismo masivo con la protección de la naturaleza. Los residentes y las autoridades buscan soluciones para devolverle a la playa su aspecto original y garantizar la seguridad de todos los visitantes.





