
En los últimos años, la capital de España está perdiendo jóvenes residentes más rápido que cualquier otra región del país. Solo el año pasado, más de 31.000 personas de entre 25 y 34 años decidieron marcharse de Madrid. En comparación, en Cataluña esta cifra es casi la mitad. Las principales razones son la imposibilidad de costear una vivienda independiente y la inestabilidad en el mercado laboral.
Las historias de quienes se han mudado hablan por sí solas. Tras quince años viviendo en la capital, Alejandro De la Rosa regresó a su natal Ponferrada para escapar de la incertidumbre constante y los altos precios. En Madrid trabajaba como escritor y tenía un blog gastronómico, pero ahora es vendedor de libros en una pequeña tienda. Su decisión no solo estuvo motivada por el deseo de estar cerca de la familia, sino también por la imposibilidad de pagar el alquiler y mantener una vida digna.
Según los datos, solo alrededor del 15% de los jóvenes de esa edad pueden permitirse vivir por su cuenta. El precio medio del alquiler de un piso en Madrid supera los 1.000 euros al mes, consumiendo casi todos sus ingresos. Como consecuencia, muchos se ven obligados a compartir piso o a volver a casa de sus padres.
Una situación similar vivió Carlos Muñoz, quien recientemente se trasladó a Galicia. En Madrid pagaba 500 euros por una habitación, pero ahora ha comprado un piso junto a su pareja y la hipoteca les cuesta lo mismo. Mudarse le permitió cambiar de trabajo, mejorar su calidad de vida y dedicar menos tiempo a los desplazamientos.
Las encuestas muestran que dos tercios de los habitantes de la capital están dispuestos a considerar mudarse a otra región. Los jóvenes valoran cada vez más la proximidad al trabajo, la posibilidad de construir una comunidad local y el acceso a servicios médicos de calidad. El desarrollo del teletrabajo y las tecnologías digitales permite vivir fuera de las grandes ciudades sin perder oportunidades profesionales.
Sin embargo, no todos se mudan por iniciativa propia. La presión del mercado inmobiliario obliga a muchos a buscar vivienda en los suburbios o incluso en otras ciudades. Durante el último año, más de 114.000 personas cambiaron su residencia, dejando Madrid en busca de una vida más asequible.
Según los expertos, esta tendencia puede convertirse en una oportunidad para los pequeños municipios y zonas rurales, que reciben una llegada de jóvenes profesionales. Esto podría aliviar la presión sobre el mercado inmobiliario de la capital y dinamizar la economía regional.
Para muchos, como Noelia Hernando Vieites, la mudanza significó por fin la posibilidad de vivir de forma independiente y no destinar la mayor parte del salario al alquiler. Trabaja como diseñadora y ahora gasta menos tiempo y dinero en transporte y vivienda, mientras la mayor parte del tiempo trabaja a distancia.
Como resultado, Madrid cambia poco a poco su perfil: el número de jóvenes locales disminuye y la proporción de extranjeros aumenta. La ciudad es cada vez menos accesible para quienes recién empiezan su vida adulta.






