
La cena de gala en el Palacio Real, organizada en honor a la visita del sultán de Omán, no solo fue un acontecimiento diplomático relevante, sino también el escenario para el debut de dos nuevas figuras clave en el equipo de la reina Letizia. Marta Carazo, quien ha asumido el cargo de jefa de la Secretaría de la Reina, y Rosa Lercunidi, la nueva responsable de comunicación de la Casa Real, se presentaron por primera vez ante el público en un evento de tan alto nivel protocolario. Su aparición no pasó desapercibida, ya que son estas mujeres quienes ahora en gran medida moldean la imagen pública de la monarquía.
La noche madrileña se transformó en una silenciosa competición de estilos, donde cada atuendo habló más que las palabras. Marta Carazo, con una dilatada trayectoria como reportera y presentadora de televisión, apostó por una elegancia discreta. Eligió un vestido en tono rosa empolvado, acompañado de una delicada chaqueta-capa que cubría suavemente los hombros. Este look transmitía una sensación de cercanía y amabilidad, insinuando un estilo de liderazgo basado en la diplomacia, la capacidad de negociación y el arte de generar confianza.
Por su parte, Rosa Lercundi apostó por un conjunto más atrevido y memorable. Eligió un vestido con una arriesgada combinación de estampado geométrico e inserciones de encaje. Completado con un peinado voluminoso, su look transmitía energía, determinación y un carácter fuerte. Este atuendo podía interpretarse como una declaración de disposición para actuar con decisión y la capacidad de defender su postura en el complicado entorno de la comunicación palaciega.
Por supuesto, el tono de toda la velada lo marcó la propia reina Letizia, quien apareció luciendo una de las joyas más valiosas de su colección —una lujosa tiara— y un estricto vestido ceremonial. En contraste, destacó especialmente la marquesa de Casa Peñalver, Esther Alcocer Koplowitz, cuyo atuendo fue motivo de debate por el evidente incumplimiento de los requisitos de modestia dictados por la cultura del país invitado de honor.
Así, la cena de gala ofreció una oportunidad única para observar, a través de la moda, la personalidad y el temperamento de dos mujeres influyentes que, a partir de ahora, permanecerán a la sombra de la corona. Este duelo de estilo no fue solo un evento social, sino una sutil insinuación de los métodos y enfoques que predominarán en el círculo más cercano de la reina Letizia en los próximos años.






