El otoño en Galicia tiene un encanto especial. Cuando el calor del verano da paso a una agradable suavidad y las multitudes de turistas desaparecen, la costa del Atlántico se muestra desde un lado más tranquilo y sereno. Es en esta época del año cuando los paseos junto al mar, impregnados de aroma a sal y el murmullo de las olas, se convierten en un verdadero bálsamo para el alma. En el municipio de Ribeira, en la provincia de A Coruña, existe una senda que parece hecha a medida para esos momentos de reflexión. No es solo un camino de un punto a otro, sino un recorrido de kilómetro y medio, accesible para todos.
Se trata del paseo peatonal O Touro – A Ameixida, que discurre a lo largo de una pintoresca línea costera. Su recorrido total, ida y vuelta, suma tres kilómetros. Lo que lo hace especial es su infraestructura cuidadosamente diseñada: pasarelas de madera que facilitan el tránsito y preservan el entorno natural. El itinerario está pensado para familias con niños, personas con perros e incluso para quienes tienen movilidad reducida, lo que lo convierte en una opción realmente inclusiva. Desde aquí se disfrutan vistas espectaculares de la ría de Arousa, especialmente bellas bajo la luz dorada del atardecer.
El recorrido comienza en el muelle de O-Touro, donde antaño se ubicaba una fábrica de procesamiento de pescado, un recordatorio del rico pasado pesquero de la zona. Desde allí el sendero conduce a la playa de Area-Secada, famosa por sus aguas cristalinas. Todavía se pueden ver las ruinas de antiguas instalaciones de salazón de pescado, que aportan un toque histórico al paseo. Más adelante, las pasarelas serpentean junto a la costa, atravesando pinares y sorprendentes cactus —algo inusual en estas latitudes—, creando un contraste natural asombroso que cautiva a cada visitante.
Durante el paseo, se despliega ante los ojos una impresionante panorámica de la ría. No es raro ver deslizándose sobre el agua las “dornas”, pequeñas embarcaciones tradicionales de madera que son un emblema de la cultura marítima local. Estas barcas siguen siendo usadas por los pescadores y representan un vínculo vivo entre generaciones y el mar. En los días despejados, las islas de Sálvora, Vionta y Noro se recortan claramente en el horizonte, tres tesoros naturales que completan el paisaje atlántico. Al atardecer, cuando el sol se acerca al mar, todo se tiñe de dorado y el ambiente se vuelve realmente mágico.
Formalmente, la ruta termina en la playa de A Ameixida, pero muchos aficionados prefieren continuar hasta Castiñeiras o tomar el más largo Camiño do Barbanza. Todo el trayecto principal se puede recorrer sin prisa en aproximadamente una hora. Para mayor comodidad de los visitantes, a lo largo del camino hay bancos con vistas al agua y modernos baños autolimpiables, como los que se encuentran en el parque das Abesadas. El punto de inicio en el parque Pedra Pateira cuenta con un amplio estacionamiento, lo que resuelve el problema del coche.
Esta zona peatonal forma parte de un ambicioso proyecto municipal que busca conectar todo el litoral de Ribeira con una red de corredores verdes ecológicos. Otro elemento de este sistema es la “Senda Azul” Coroso-Río Azor, con más de cuatro kilómetros de longitud. Para la ejecución de la iniciativa se destinaron más de 800 mil euros, lo que subraya la apuesta de las autoridades por integrar de manera armoniosa el entorno urbano en la naturaleza, preservando el delicado equilibrio del ecosistema. Pocas cosas se pueden comparar con la sensación de calma que transmite este paseo junto al agua, donde cada paso invita a quedarse un momento más.
