
La historia de la dinastía Onassis es una saga de éxito vertiginoso, construida sobre trabajo, perseverancia y una dosis de astucia. El propio Aristóteles Onassis, patriarca del clan, solía alimentar los mitos que giraban en torno a su persona. Llegó a Buenos Aires desde Grecia con solo cien dólares en el bolsillo y logró convertirse en uno de los magnates más influyentes de su época. No es de extrañar que muchos detalles de su biografía sigan generando controversias y estén envueltos en leyendas. Su matrimonio con Athina Livanos le dio dos hijos, Alexander y Christina, pero terminó en un sonado divorcio en 1960, después de que el mundo conociera su apasionado romance con la diva de la ópera Maria Callas.
El heredero del enorme imperio debía ser Alexander. Sin embargo, su vida terminó trágicamente en 1973 en un accidente aéreo, cuando tenía solo 24 años. Esta tragedia llevó a Aristóteles a comenzar a preparar a su hija Christina para dirigir el negocio familiar. Solo dos años después, en 1975, él falleció y Christina asumió toda la responsabilidad de la empresa familiar.
Para Cristina, fue un período de pérdidas inimaginables. En dos años perdió a su hermano, a su padre y a su madre, quien falleció en 1974 por una sobredosis de somníferos. Al heredar la mayor parte de la fortuna de su padre (una parte fue destinada al fondo Alexander y a la última esposa del magnate, Jacqueline Kennedy), asumió la gestión de los activos con sorprendente firmeza y logró notables éxitos. Su vida transcurría bajo la mirada atenta de todo el mundo: el lujo convivía con dramas personales. Se casó en cuatro ocasiones y en su último matrimonio, en 1985, tuvo una hija, a la que llamó Athina. Sin embargo, la felicidad familiar fue breve: en 1988, Cristina fue hallada muerta en el baño de su casa. Toda la enorme fortuna pasó entonces a su hija de tres años.
Desde joven, Athina Onassis eligió un camino opuesto al de sus antepasados: siempre buscó vivir de la manera más privada y alejada del ojo público. Sin embargo, los últimos seis años se convirtieron en un auténtico retiro. Parecía que la heredera había desaparecido por completo de los radares de la crónica social. Pero este período, al parecer, ha llegado a su fin.
Durante estos 72 meses, Athina se centró en sí misma, en su entorno más cercano y en su gran pasión: los caballos. Deliberadamente ignoró las fiestas y recepciones donde se reúne la élite internacional. Pero hace poco empezó a reaparecer poco a poco. Primero fue vista en una cena organizada por los «Amigos del Centro Pompidou» en París, y luego en uno de los eventos de la Semana de la Moda de París.
Estas apariciones, junto con su participación en competiciones ecuestres, han sido las únicas ocasiones en que se la ha visto en público desde junio de 2022. Durante todo este tiempo, no ha salido de su propiedad en la campiña neerlandesa. La enorme mansión con granja y establos se ha convertido en su fortaleza, protegiéndola del mundo exterior, de los focos y de la atención insistente. La amazona claramente prefiere la tranquilidad al bullicio social, como ha demostrado a lo largo de su vida. Tras su divorcio del jinete brasileño Álvaro de Miranda Neto, con quien estuvo casada 11 años, casi no se sabe nada de su vida personal, salvo un breve romance con el jinete italiano Alberto Zorzi un año después. Al parecer, ahora Atenea ha vuelto a sentir el deseo de abandonar su acogedor refugio para asistir a eventos especiales.





