
El mercado inmobiliario español no deja de sorprender, presentando esquemas cada vez más sofisticados e incluso insólitos. La última tendencia que ha generado una fuerte reacción tanto en la sociedad como entre expertos es la venta de habitaciones individuales en pisos. No se trata de un alquiler, sino de la venta real de una participación, lo que permite a los propietarios obtener el máximo beneficio por cada metro cuadrado. En las grandes ciudades del país, como Madrid o Barcelona, ya han aparecido anuncios en los que el precio por una sola habitación puede llegar a los 100.000 euros.
Sin embargo, detrás de esta oferta atractiva se esconde lo que muchos expertos califican como “publicidad engañosa”. El problema principal es que el comprador no adquiere una habitación concreta con límites definidos, sino una cuota de la propiedad de toda la vivienda. Puede tratarse de un 20, 30 o 40 por ciento, pero jurídicamente eso no garantiza el uso exclusivo de ninguna estancia específica. Los expertos en economía advierten: este tipo de transacción conlleva enormes riesgos, ya que el futuro propietario tendrá que compartir los espacios comunes con personas totalmente desconocidas, que también poseen sus propias partes. Cualquier decisión, desde reformas hasta la venta, requerirá el acuerdo de todos los copropietarios, lo que podría convertir la convivencia en una auténtica pesadilla.
Según analistas, este tipo de ofertas no están dirigidas a quienes buscan vivienda para sí mismos, sino a especuladores. El esquema de beneficio es simple y cínico. Por ejemplo, se toma un piso de tres habitaciones, se elimina el salón y, al final, se ponen a la venta cuatro unidades: cuatro participaciones. Si el valor de mercado del piso completo es, digamos, 250 mil euros, al venderlo por partes el precio total se infla artificialmente hasta 320 mil. Un precio de 80 mil por una «habitación» parece asequible para muchos, especialmente para jóvenes o personas con ingresos modestos que no pueden permitirse una vivienda completa. Así se crea la ilusión de accesibilidad, que en realidad esconde sobreprecio y numerosas complicaciones legales.
Para el inversor, en cambio, esta operación es una auténtica mina de oro. Comprando una participación por 80 mil euros, puede alquilar la habitación por 700 euros al mes, obteniendo una rentabilidad varias veces superior al estándar del 4-5% anual del alquiler de un piso completo. Esto convierte este tipo de inversión en una opción especialmente atractiva para quienes buscan beneficios rápidos y elevados en el mercado inmobiliario. Al mismo tiempo, para una persona común que sueña con tener su propio espacio, esta compra supone un precio desorbitado por una parte de la vivienda y unas perspectivas dudosas de convivencia con copropietarios desconocidos.
Este nuevo fenómeno es un claro ejemplo de cómo el aumento de los precios de compra y alquiler de viviendas se convierte en un problema insoluble para unos y en una fuente de superbeneficios para otros. La venta de habitaciones no representa una solución al problema de la vivienda, sino una estrategia especulativa más, que podría convertirse en un nuevo quebradero de cabeza para los compradores ingenuos que confían en la aparente simplicidad y accesibilidad de este tipo de ‘vivienda’.





