
Lejos de las rutas turísticas concurridas, en las vastas llanuras de Castilla-La Mancha, se extiende un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. Se trata de Belmonte, situado en la provincia de Cuenca, una localidad cuyo aspecto transporta de inmediato a la época de caballeros e intrigas cortesanas. Su silueta, coronada por una imponente ciudadela en la colina de San Cristóbal, es visible desde la distancia y sirve como guía para quienes buscan la historia auténtica y preservada.
El elemento central de todo el conjunto es, sin duda, el castillo del siglo XV. Construido por orden de Juan Pacheco, marqués de Villena, constituye un ejemplo único de arquitectura gótica con elementos mudéjares. Su peculiar forma triangular y el patio exterior pentagonal sorprenden por su originalidad. La fortaleza está tan bien conservada que suele elegirse como escenario para rodajes de películas históricas y torneos de combate medieval, lo que le aporta dinamismo y actualidad. En su interior esperan auténticos tesoros: artesonados mudéjares, delicadas yeserías góticas y relieves que narran historias de un pasado lejano. Cada salón y cada pasillo aquí respiran historia.
Pero Belmonte no es solo su principal fortaleza. La ciudad conserva cuidadosamente gran parte de sus defensas. De las cinco puertas que antaño daban acceso a la urbe, hoy se mantienen tres: San Juan, Chinchilla y la Puerta Nueva. Pasear por el centro histórico, declarado Bien de Interés Cultural, es una auténtica exploración. Las calles empedradas serpentean entre edificaciones antiguas, entre las que destacan el Palacio de Don Juan Manuel y el histórico teatro Casa de Comedias. Estas construcciones son testigos silenciosos del esplendor y prosperidad pasados del municipio.
El castillo tiene una fuerte competencia en la colegiata de San Bartolomé para captar la atención de los visitantes. Este templo gótico alberga piezas únicas, como la pila bautismal donde, según la tradición, fue bautizado el célebre poeta y humanista Fray Luis de León. Merecen especial mención los coros tallados, trasladados aquí desde la catedral de Cuenca. La oferta cultural se completa con numerosas ermitas, monasterios y pequeños museos que enriquecen aún más la estancia en la localidad.
Para quienes planean visitar en 2025, conviene tener en cuenta algunos aspectos prácticos. Se puede llegar desde Madrid en aproximadamente hora y media en coche, y desde la capital de la provincia, Cuenca, el trayecto dura alrededor de una hora. Al pie del castillo hay un amplio aparcamiento gratuito. La entrada para adultos cuesta 9 euros, y por 13 euros se puede adquirir una entrada combinada que incluye la visita al parque de máquinas de asedio. El mejor momento para la visita es por la mañana o por la tarde, cuando el calor disminuye y la luz suave resalta la belleza de las antiguas piedras. Cerca de la ciudad se pueden encontrar otros lugares de interés, como un molino de viento ideal para fotos al estilo de “Don Quijote”, o las ruinas del castillo de Garcimuñoz, a solo 20 minutos en coche.






