En el corazón de Andalucía, al pie de los majestuosos picos de Sierra Nevada, se encuentra una de las rutas de senderismo más impresionantes de la región. No es simplemente un paseo por la montaña, sino una auténtica inmersión en la historia, donde la agreste belleza natural se entrelaza con el legado industrial del pasado. Un camino que muchos turistas descubren con asombro y que ofrece una combinación única de bosques sombríos, vistas vertiginosas y minas abandonadas que guardan los secretos de otra época.
La historia de este sendero no comenzó con viajeros ociosos, sino con el trabajo duro. En el siglo XIX fue trazado para dar acceso a las minas de cobre y plata perdidas en las montañas. Hoy, al recorrerlo, se sigue el rastro de los antiguos mineros. La ruta, conocida como “Vértice de la Estrella”, parte del desfiladero de San Juan y serpentea durante casi diez kilómetros por la ladera de la montaña, siguiendo el caudaloso río Genil. El recorrido completo, ida y vuelta, suma unos 19 kilómetros, requiere buena condición física y se realiza en aproximadamente seis horas y media. La dificultad se considera moderada, aunque no hay que subestimar la longitud y el terreno montañoso variable.
El viaje comienza en la fresca sombra de un bosque donde se entrelazan fresnos, arces, robles y castaños. En otoño, este lugar se transforma en una verdadera paleta de artista, encendiéndose con todos los matices de oro y carmesí. Pronto, el sendero que conduce a lo profundo del desfiladero presenta a los viajeros su primera leyenda: un castaño gigante, de más de cien años, al que los locales llaman respetuosamente “Abuelo”. Es el auténtico patriarca de este bosque, testigo silencioso de cientos de estaciones que se han ido sucediendo. A medida que se gana altura, el bosque se va aclarando y, en una de las curvas del camino, conocida como Viso de las Nortes, se abre una panorámica que quita el aliento. Frente a ustedes, en todo su esplendor, se alzan los tresmiles Alcazaba, Mulhacén y Veleta; una de las estampas más fotografiadas y fascinantes de todo el parque nacional.
El camino continúa por un sendero literalmente suspendido sobre el río Genil. A lo largo del recorrido, el viajero se encuentra una y otra vez con silenciosos testigos de la antigua fiebre industrial: edificaciones semiderruidas y entradas a las minas “La Probadora”, “La Estrella” y “La Justicia”. Estas ruinas en medio de la naturaleza salvaje crean una atmósfera especial, algo melancólica, invitando a reflexionar sobre cómo la actividad humana invadió estos parajes vírgenes. Tras cruzar el arroyo Guarnón, el sendero desemboca en el pintoresco claro de El Real, donde confluyen varios arroyos de alta montaña. Los más resistentes y curiosos pueden prolongar su aventura media hora más para llegar a una gruta natural conocida como “Cueva Secreta”.
Llegar al punto de partida no supone ninguna dificultad. Hay que atravesar el encantador pueblo de Güéjar Sierra y continuar en dirección a Maitena. La carretera que lleva al inicio de la ruta, junto al restaurante “Barranco de San Juan”, es en sí misma un atractivo: atraviesa estrechos túneles excavados en la roca para el antiguo tranvía. Los fines de semana esta zona es muy popular, por lo que conviene salir lo más temprano posible para encontrar aparcamiento. La forma más cómoda de regresar es por el mismo camino, aunque los excursionistas más experimentados cuentan con una opción alternativa, más exigente. Esta implica vadear el río y ascender por la empinada y antigua ladera de la Cuesta de los Presidiarios, que finalmente vuelve a enlazar con la ruta principal.
