
En la región capital de España ha surgido un nuevo conflicto político. Las autoridades de Madrid rechazan tajantemente la exigencia del gobierno central de crear una base de datos de profesionales sanitarios que, por razones de conciencia, no realizan abortos. Sin embargo, desde 2021 ya existe en la región un registro similar para quienes se niegan a practicar la eutanasia, el cual funciona sin inconvenientes.
La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, y su equipo califican la idea de registrar a los médicos que no desean practicar abortos como una «lista negra» y consideran que esto podría estigmatizar a los profesionales. En respuesta a los llamamientos desde Madrid para acudir «a otro lugar» para interrumpir el embarazo, la oposición acusó al gobierno de hipocresía y de intentar restringir los derechos de las mujeres. La diputada Lorena Morales, del PSOE, sostiene que negarse a crear este registro no es una simple formalidad burocrática, sino una decisión política que podría afectar el acceso a servicios médicos de las mujeres en la región.
A finales del año pasado, el gobierno central envió cartas a las comunidades autónomas recordando la obligación de crear estas bases de datos, tal como establece la ley aprobada en 2023. La mayoría de las autonomías aceptaron cumplir con esta exigencia, pero Madrid adoptó una postura claramente diferente. La consejera de Sanidad regional, Fátima Matute, inicialmente expresó su disposición a cumplir la ley, pero luego cambió de opinión y calificó el registro de inútil e incluso perjudicial.
La situación se ha agravado después de que la oposición y representantes de otros partidos, incluidos «Más Madrid», recordaran que el registro no tiene como objetivo castigar, sino garantizar que las mujeres puedan acceder a la atención médica. Si en un hospital la mayoría de los médicos se niega a realizar abortos, las pacientes pueden enfrentar dificultades reales. Las autoridades de Madrid aún no han explicado por qué un registro (de eutanasia) no les preocupa, mientras que el otro genera una reacción tan intensa. Mientras tanto, el gobierno central utiliza este conflicto para subrayar las contradicciones en la política de las autoridades regionales y aumentar la presión sobre la administración de Madrid.
La cuestión sobre la creación de un registro de objetores de abortos sigue abierta. La oposición advierte que, si la región continúa ignorando la ley, esto podría tener consecuencias legales y políticas. El debate público sobre los límites de la libertad de conciencia de los médicos y el derecho de las mujeres a acceder a servicios médicos sigue vigente.





