
En los últimos años, en España se discute cada vez más una cuestión: ¿se distribuyen los recursos de manera justa entre los diferentes grupos de edad? La brecha económica entre mayores y jóvenes ha crecido notablemente y ya no es solo un tema de debate, sino una realidad confirmada por las cifras.
A principios de los años 2000, las personas mayores en el país eran el grupo más vulnerable en cuanto a nivel de ingresos. Entonces, su ingreso promedio era un 20% menor que el del resto de la población. Ahora la situación ha cambiado por completo: hoy, los españoles mayores de 65 años ganan, en promedio, incluso más que el resto del país. Al mismo tiempo, las familias con hijos y los jóvenes ocupan ahora los últimos lugares en cuanto a nivel de ingresos. En dos décadas, la generación mayor logró mejorar su situación financiera, mientras que los jóvenes y las familias con hijos, por el contrario, se encuentran en una posición más difícil.
Las cifras de pobreza también han cambiado. Si en 2004 casi un tercio de los pensionistas españoles estaba al borde de la pobreza, para 2024 este índice se redujo a la mitad. Ahora, el mayor riesgo de pobreza afecta a los jóvenes y a los niños. Además, la brecha generacional es notable no solo en los ingresos, sino también en el patrimonio acumulado. Las personas nacidas entre 1940 y 1960 lograron no solo adquirir vivienda, sino también aumentar significativamente sus activos. Las familias jóvenes, por el contrario, enfrentan dificultades para comprar vivienda y, en los últimos veinte años, sus ahorros casi se han reducido a la mitad.
Un factor clave en esto ha sido el aumento de los precios de la vivienda. La generación mayor compró pisos y casas antes de la fuerte subida de precios, y ahora sus propiedades valen mucho más. Los jóvenes, en cambio, se enfrentan a precios altos y dificultades para acceder a una hipoteca. Pero no se trata solo de bienes inmuebles: en los últimos veinte años, los españoles mayores han pasado a poseer más activos e inversiones, lo que ha ampliado aún más la brecha generacional.
Cada vez con más frecuencia surge en la sociedad la pregunta: ¿no es hora de revisar el sistema de apoyo social? Actualmente, muchos beneficios y ayudas para personas mayores se otorgan independientemente de sus ingresos, aunque entre los jubilados hay cada vez más personas acomodadas. Por ejemplo, los programas estatales de viajes y los descuentos en transporte, que antes iban dirigidos a quienes tenían menos recursos, ahora también están disponibles para quienes no tienen dificultades económicas.
El gasto en pensiones en España supera el promedio europeo, mientras que se destina considerablemente menos al apoyo a familias con hijos y a la lucha contra el aislamiento social. Los expertos advierten que, si no cambia la distribución del presupuesto, la brecha generacional seguirá aumentando. Sin embargo, no existen soluciones sencillas: cualquier reforma podría generar descontento y romper el equilibrio alcanzado.
Una de las razones de la situación actual es el fin del periodo de intenso crecimiento económico que duró desde la década de 1960 hasta 2005. En aquel entonces, todas las generaciones se beneficiaron, pero ahora, con una economía casi estancada, las tensiones entre los diferentes grupos de edad aumentan. En un contexto de estancamiento, repartir los recursos se vuelve más difícil, lo que genera nuevos conflictos, no solo entre clases sociales, sino también dentro de las familias.





