
En el barrio de Gràcia, en Barcelona, estalló un conflicto relacionado con la cuestión lingüística que llamó la atención no solo de los vecinos, sino también de usuarios en redes sociales. Una heladería argentina, situada en la calle Torrent de l’Olla, se vio envuelta en una polémica después de que un representante del ayuntamiento acusara a los empleados del local de falta de respeto hacia el catalán.
El incidente tuvo lugar el 17 de agosto, durante la tradicional Fiesta Mayor de Gràcia. Según el político, su pareja fue tratada de forma grosera por parte de un trabajador de la heladería cuando le habló en catalán. El empleado, según ella, la tildó de maleducada por utilizar el catalán y comenzó una discusión, insistiendo en que estaban en España, donde el idioma principal es el español.
Tras la difusión del suceso en las redes sociales, la heladería fue objeto de ataques. Por la mañana, los empleados encontraron la fachada del establecimiento cubierta de pintadas ofensivas y pegatinas con acusaciones de discriminación y posturas anticatalanas. Entre las inscripciones había llamamientos al boicot, acusaciones de fascismo y consignas sobre el impacto negativo del turismo en la ciudad.
El personal de la heladería retiró rápidamente los grafitis y las pegatinas antes de la apertura, pero las imágenes de la fachada dañada se difundieron por internet. El propietario del local, un empresario argentino, declinó hacer comentarios sobre la situación.
Se presentó una denuncia sobre las acciones de los empleados ante el Departamento de Política Lingüística y el servicio municipal de cuestiones de no discriminación. Además, el caso fue remitido a la Agencia Catalana de Consumo. En las redes sociales se desató un intenso debate: algunos usuarios apoyaron la postura de la política y llamaron a defender la lengua catalana, mientras que otros consideraron lo ocurrido una exageración y condenaron los actos de vandalismo.
A la discusión se sumaron representantes de diversas organizaciones políticas y sociales. Algunos expresaron su apoyo a la parte afectada y condenaron cualquier manifestación de discriminación lingüística. Al mismo tiempo, hubo quienes se posicionaron en contra de la campaña de acoso hacia el negocio, subrayando la inadmisibilidad de la violencia y el vandalismo bajo cualquier circunstancia.
El escándalo en torno a la heladería de Gràcia se convirtió en otro ejemplo de cómo la cuestión lingüística sigue suscitando intensos debates en la sociedad catalana. Las autoridades locales y autonómicas hicieron un llamado al respeto por todas las lenguas y a la resolución pacífica de este tipo de conflictos.






