
En los últimos dos años, España ha experimentado un crecimiento sin precedentes en el número de menores detenidos por presunta vinculación con grupos islamistas radicales. Solo entre enero y finales de octubre de 2024, las fuerzas de seguridad han arrestado a 28 adolescentes, uno de ellos fuera del país, en México. Esta cifra supera ampliamente las registradas en años anteriores, cuando estos casos eran aislados.
Especial atención generó una reciente operación en Melilla, donde la policía detuvo a tres hermanos, incluido un menor de edad. Según la investigación, los hermanos mayores implicaban activamente al más joven en la difusión de material extremista y trataron incluso de captar a otros adolescentes a través de redes sociales. Este tipo de dinámicas se vuelve cada vez más frecuente: los jóvenes no solo son influenciados, sino que también empiezan a implicar a sus propios compañeros en comunidades radicales.
Extremismo cada vez más joven: señales alarmantes
Analistas destacan que en los últimos años los movimientos radicales en España se han rejuvenecido notablemente. Si antes los adolescentes tendían a ser participantes pasivos, ahora cada vez más suelen ser los impulsores y organizadores de procesos de radicalización entre otros jóvenes. En 2023, casi el 40% de los detenidos por casos de radicalismo tenía menos de 25 años, con un número creciente de menores de edad entre ellos.
Los expertos señalan que los adolescentes de hoy en día dominan rápidamente las plataformas digitales, donde los grupos extremistas reclutan de manera activa. La propaganda apunta cada vez más a la juventud, utilizando plataformas de juegos en línea y redes sociales populares. En algunos casos, incluso se emplean versiones modificadas de videojuegos conocidos para involucrar a los menores, lo que hace que el proceso pase desapercibido para padres y profesores.
Causas y consecuencias: por qué los adolescentes son vulnerables
Aunque el acceso a contenidos radicales en internet se ha vuelto más difícil, los adolescentes siguen encontrando maneras de llegar a materiales prohibidos. Los especialistas consideran que esto no se debe solo a la actividad de las organizaciones extremistas, sino también a la iniciativa de los propios jóvenes, que en ocasiones llegan por sí mismos a adoptar ideas radicales. En algunos casos, los detenidos ya planeaban cometer delitos reales, como ocurrió con un joven de 16 años de Sevilla que preparaba un ataque en su propio colegio.
El problema de la captación de menores en redes extremistas es cada vez más preocupante. Según los expertos, este proceso ya se ha vuelto persistente y podría intensificarse en los próximos años. Las causas de este fenómeno no están del todo claras, pero es evidente que combatir la radicalización juvenil requiere enfoques innovadores y una atención especial tanto de la sociedad como de las autoridades.






