
En 2022, la enfermera y activista Kehinde Oluwatobi Akeju, de 25 años, fue víctima de una ola de insultos racistas en Instagram. Durante varios días, mensajes anónimos llenos de odio llegaban a su perfil. La joven sentía miedo de salir de casa, sin saber quién estaba detrás de aquellas palabras agresivas: un desconocido, un colega o incluso un vecino. Las crisis de pánico se convirtieron en algo habitual para ella.
Todo comenzó después de que se publicara en las redes una foto de Akeju en una manifestación antirracista de 2017, donde sostenía una pancarta con el mensaje: «I am black, I am human». Esa imagen recibió una serie de comentarios ofensivos que rápidamente se propagaron a otras cuentas. Para Akeju, reconocida por su postura activa contra el racismo, estos ataques representaron no solo una amenaza personal, sino también un intento de silenciar su voz.
Sin querer resignarse ante la situación, la joven acudió a la policía de Bilbao. Durante la investigación, efectivos de la Ertzaintza lograron identificar al autor. Se trataba de un hombre de 40 años, originario de una pequeña localidad en la provincia de Toledo, conocida por sus molinos de viento. Su cuenta de Instagram contenía símbolos asociados a movimientos radicales y su correo electrónico hacía referencia a acontecimientos históricos de la Segunda Guerra Mundial.
Según el abogado Akeju, este caso destaca frente a otros incidentes similares. La víctima es una joven de piel oscura, defensora activa de los derechos humanos, que fue atacada por varios motivos. El ataque en internet buscaba silenciarla y restringir su libertad de expresión, lo que resulta especialmente peligroso para las mujeres con presencia pública en el ámbito digital.
La fiscalía calificó las acciones del acusado como un delito de odio. En el escrito de acusación se señalaba que expresiones como «негруза», «макако» y otras, menoscaban la dignidad de las personas negras y fomentan el racismo. El acusado se enfrentaba a 15 meses de prisión, prohibición de trabajar en instituciones públicas y educativas, una multa y una indemnización por daño moral de 2.500 euros.
Durante el proceso judicial, el hombre negó su culpabilidad, pero el día de la audiencia ante el tribunal provincial de Vizcaya admitió los hechos para alcanzar un acuerdo con la fiscalía. Como resultado, evitó la cárcel al no tener antecedentes y ser la condena inferior a dos años, pero tuvo la obligación de publicar disculpas y el texto de la sentencia en la misma cuenta desde la que difundió los insultos.
Según el abogado, el objetivo principal era lograr el reconocimiento del daño causado y la confirmación oficial de que este tipo de palabras no son solo insultos, sino un delito que tiene graves consecuencias para las víctimas. Para Akeju, lo más importante fue que el tribunal reconoció el hecho de un delito motivado por el odio y obligó al culpable a pedir disculpas públicamente.
En España, el número de delitos de odio en internet sigue aumentando. Según datos del Ministerio del Interior, en 2023 se registraron más de 2.600 casos de publicación de materiales racistas, xenófobos y otros contenidos extremistas en redes sociales. Sin embargo, solo la mitad de ellos fue eliminada por las plataformas. TikTok es la red que actúa con mayor eficacia contra este tipo de publicaciones, seguida de Instagram y Facebook.
Las autoridades señalan que la lucha contra estos delitos requiere el esfuerzo no solo de los cuerpos de seguridad, sino también de las propias plataformas de internet. Aunque la mayoría de las víctimas no acuden a la policía, el año pasado se abrieron 215 casos por delitos de odio en internet, casi la mitad relacionados con racismo y xenofobia. En 123 casos se logró identificar a los responsables; en la mayoría de los casos, se trataba de amenazas y llamamientos públicos al odio.
El caso Akedju se convirtió en un ejemplo de que el anonimato en internet no garantiza la impunidad. La decisión judicial demostró que, aunque las ofensas ocurran en el espacio virtual, pueden tener consecuencias reales para los responsables. Este precedente es importante para todos los que enfrentan acoso y discriminación en la red, y subraya la necesidad de luchar activamente contra los delitos de odio en España.






