
Casi veinte años después del inicio de la sonada investigación por corrupción en Marbella, uno de los episodios más largos de esta historia ha llegado a su fin. Carlos Fernández, exconcejal municipal que desapareció en 2006 durante la segunda oleada de detenciones, ha acordado ahora pagar una multa y una indemnización para evitar la cárcel.
Durante una vista en la Audiencia Nacional, Fernández reconoció los hechos y aceptó pagar una multa de 4.095 euros, así como devolver al municipio de Marbella 258.000 euros más intereses. El ayuntamiento insistió en la restitución de los fondos sustraídos, y solo tras este acuerdo se pudo evitar un juicio completo en el caso Saqueo II.
El exfuncionario fue detenido en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, al llegar desde Argentina, donde permanecía oculto desde su huida. Sus abogados habían comunicado previamente la intención de regresar voluntariamente a España y ponerse a disposición de la justicia. Fernández fue una de las figuras clave en el caso Malaya, iniciando su carrera política a principios de los 90 bajo la dirección de Jesús Gil y ocupando posteriormente el cargo de segundo teniente de alcalde.
El largo regreso del fugitivo: de la huida al retorno
En pleno operativo anticorrupción en Marbella, Fernández fue acusado de abuso de poder, malversación y aceptación de sobornos. Según la investigación, recibió 150.000 euros del principal artífice de la trama, Juan Antonio Roca. Anteriormente, Fernández ya había sido condenado por apropiación indebida de fondos del club de fútbol San Pedro Alcántara, pero esta vez se enfrentaba a una pena de hasta diez años de prisión.
Al enterarse de la inminente orden de arresto, desapareció argumentando que emprendía una peregrinación por el Camino de Santiago. La última vez fue visto en un hotel de Ponferrada y, tras eso, cruzó la frontera hacia Portugal, luego voló a Brasil y de ahí a Argentina, donde residió casi dos décadas.
Desenlace: confesión y compensación
En octubre del año pasado, Fernández, a través de sus representantes, anunció su intención de regresar a España y entregarse a las autoridades. Ya había intentado regularizar su situación en 2017, presentándose voluntariamente ante la policía argentina para acelerar la prescripción de los delitos.
Tras su regreso a España fue detenido, pero pronto quedó en libertad bajo la obligación de comparecer ante el tribunal. En la vista, reconoció íntegramente los cargos y aceptó pagar todas las cantidades impuestas. Finalmente, se le impuso una multa por malversación y una pena adicional por falsificación documental. El total ascendió a 4.050 euros de multa y 258.000 euros de indemnización al municipio, sin contar los intereses acumulados durante casi 30 años, que podrían elevar la cifra hasta medio millón de euros.
Las autoridades municipales subrayaron que la devolución del dinero era una condición fundamental para llegar a un acuerdo con la fiscalía. Inicialmente, la acusación pedía casi dos años de prisión para Fernández, pero tras el pacto evitó la cárcel y solo enfrentó sanciones económicas.






