
En la pequeña localidad de Oliva, en la provincia de Valencia, se vive un auténtico drama. A principios de septiembre, turistas encontraron restos en las montañas cercanas a la ciudad que estaban prácticamente calcinados. Los primeros análisis apuntan a que podrían pertenecer a Beatriz Guijarro, de 29 años, desaparecida en agosto.
El lugar donde se halló el cuerpo es conocido entre los vecinos como la montaña La Creu. Se encuentra a pocos minutos de las zonas residenciales de Oliva, una ciudad de unos 26.000 habitantes. La familia de Beatriz está convencida de que no se fue voluntariamente, ya que dejó a dos hijos pequeños en casa y no hay indicios de una desaparición voluntaria.
La última vez que se vio a la joven fue por una cámara de seguridad durante la noche del 9 de agosto. Primero apareció pasando junto al bar «Amigos del pueblo», y después, algo más tarde, volvió a captarse en vídeo, ya con otra ropa y un teléfono en la mano. Según su pareja, habían roto poco antes y Beatriz supuestamente se dirigió a su domicilio. Sin embargo, más tarde se supo que estuvo en casa de una familiar materna, donde permaneció hasta altas horas de la noche.
El hallazgo del cuerpo coincidió con otro dato extraño: precisamente en ese lugar se produjo un incendio el 4 de septiembre. La investigación cree que el fuego no fue accidental y que pudo deberse a una disputa entre vecinos. En un principio, nadie relacionó este hecho con la desaparición de la joven. Ahora los investigadores intentan averiguar si el cadáver estaba oculto allí antes del incendio o si fue arrastrado hasta ese sitio tras las recientes lluvias intensas.
En Oliva continúan los comentarios: los vecinos están inquietos y la familia de Beatriz espera respuestas. La investigación sigue en curso y, por el momento, hay más preguntas que respuestas. Los habitantes confían en que pronto se conozca la verdad y los responsables sean castigados.





