
En Galicia continúa la lucha contra el mayor incendio en la historia de la región. El fuego comenzó en el municipio de Larouco, en la provincia de Ourense, y en pocos días arrasó cerca de 30 mil hectáreas de bosques y tierras agrícolas. A pesar de los esfuerzos de bomberos y vecinos, el incendio aún no está bajo control.
El incendio se inició en condiciones de intenso calor, cuando la temperatura en la zona superaba los 40 grados. Apenas había viento, lo que normalmente sería un factor favorable para la extinción, pero en esta ocasión el fuego se comportó de manera inusual. En lugar de propagarse ladera arriba, como era de esperar, las llamas se desplazaron sorpresivamente hacia abajo, sorprendiendo a especialistas y voluntarios acostumbrados a otra lógica en el desarrollo de los incendios.
En las primeras horas tras el inicio del fuego, los vecinos intentaron frenar el avance de las llamas armados únicamente con una motobomba. Sin embargo, la ausencia de su propio equipo de bomberos y la falta de recursos complicaron la situación. En ese momento, los bomberos profesionales estaban ocupados combatiendo otros focos en municipios cercanos, lo que dejó a Larouco prácticamente sin apoyo.
Las llamas se propagaron rápidamente a localidades vecinas, incluyendo Freixido de Abaixo y Freixido de Arriba, y posteriormente alcanzaron los municipios de Petín, A Rúa, Vilamartín, O Barco, O Bolo, Carballeda, Rubiá, A Veiga y Quiroga. En algunas aldeas, el fuego llegó muy cerca de las viviendas y de instalaciones sociales, incluido una residencia de ancianos que solo pudo salvarse gracias a los viñedos que rodeaban el asentamiento.
Las características del paisaje y la vegetación local influyeron en la magnitud del desastre. En la región predominan especies de árboles secos como roble, pino y matorrales, que prenden fuego con facilidad. La ausencia de pastizales, ganado y el abandono de tierras agrícolas provocaron que prácticamente desaparecieran las barreras naturales contra el fuego. Allí donde se conservaron los viñedos, las llamas se detuvieron, como confirmaron tanto los expertos como las autoridades locales.
Las autoridades señalan que, a pesar de contar con medios y personal, resultó imposible detener el avance del fuego debido a su comportamiento impredecible. Los vecinos, incluida la juventud, participaron activamente en la lucha contra el desastre, pero esto no fue suficiente. En un momento dado, incluso la única motobomba dejó de funcionar, lo que complicó aún más la situación.
Las causas del incendio siguen siendo desconocidas. Según los expertos, es poco probable que haya sido provocado por un rayo, ya que en el momento del inicio no se registró ninguna tormenta. Algunos representantes de las autoridades locales sospechan que el incendio pudo haber sido provocado intencionadamente, aunque todavía no hay confirmación oficial de esta versión.
La situación en Larouco y las zonas vecinas sigue siendo tensa. Incluso una semana después de que comenzara el incendio, algunos focos aún permanecen activos, y tanto los residentes como las autoridades locales se mantienen alertas. Las autoridades regionales destacan la necesidad de revisar las estrategias de prevención y combate de incendios forestales, especialmente en el contexto del cambio climático y la disminución de la población rural.
El incendio en Larouco ha sido una señal de alarma para toda Galicia, demostrando cuán vulnerables pueden ser incluso territorios donde tradicionalmente se pensaba que el fuego seguía ciertas reglas. Ahora, residentes y expertos locales se ven obligados a buscar nuevas soluciones para proteger sus hogares y la naturaleza ante catástrofes como esta.





