
La historia del famoso chalé de Isabel Preysler en la exclusiva zona madrileña de Puerta de Hierro, apodado irónicamente por la gente como “Villa Meona” debido a la abundancia de baños, se vio ensombrecida no solo por los enormes gastos económicos. La construcción de la casa de ensueño para la socialité y su entonces esposo, el exministro de Economía Miguel Boyer, se convirtió en una auténtica pesadilla que se prolongó durante años. Y la culpa no fue de errores de los arquitectos ni de constructores irresponsables, sino de un familiar cercano.
El mayor obstáculo para terminar la obra fue Grazia Bergese, exesposa de Agustín Boyer, hermano del ministro. Según recuerda Preysler, su cuñada, a la que la familia llamaba Pussy, sentía una profunda e inexplicable aversión hacia toda la familia Boyer. Esta enemistad oculta fue el detonante de una larga guerra legal cuyo único objetivo era impedir a toda costa que la pareja se instalara en su nuevo hogar.
El conflicto salió a la luz pública en enero de 1990, cuando Grazia demandó a sus influyentes familiares en los tribunales. El motivo fue una supuesta infracción de las normas urbanísticas: según ella, la casa de Preysler y Boyer se estaba construyendo demasiado cerca del terreno colindante, que le pertenecía. Esta jugada resultó muy eficaz: el juez impuso una orden de suspensión que impedía continuar las obras.
Aunque medio año después se levantaron las medidas cautelares, la maquinaria judicial ya había comenzado a funcionar. El proceso para obtener la licencia definitiva de construcción y las propias obras quedaron paralizados durante casi dos años. Esto provocó no solo retrasos, sino también un considerable aumento del coste total del proyecto. Una disputa familiar se transformó en un enfrentamiento de principios que llegó hasta el mismísimo Tribunal Supremo de España. Pero ni siquiera la máxima instancia judicial logró enfriar el ímpetu de la terca nuera.
Isabel Preysler afirma que salió victoriosa de todas las batallas legales, aunque subraya que esos triunfos no le dieron alegría. Todo el proceso fue para su familia una fuente constante de estrés e incomodidad. Según cuenta, todo comenzó cuando Gracia se enteró de los planes de su cuñada de convertirse en su vecina. Durante todo el conflicto, las dos mujeres solo se vieron una vez en los tribunales, y aquel encuentro dejó a Preysler un recuerdo especialmente desagradable.
La enemistad se prolongó durante décadas. Incluso durante la histórica nevada ‘Filomena’ en el invierno de 2021, Gracia volvió a amenazar con una demanda, esta vez debido a la necesidad de realizar obras de reparación. El punto final de esta extenuante historia llegó solo con la muerte de Gracia Bergese en abril de 2024. Ahora, con la llegada de nuevos vecinos, Isabel Preysler parece que por fin puede esperar disfrutar de una vida tranquila en su célebre residencia.





