La noche del jueves en Barcelona fue una auténtica fiesta para los amantes del funk: los legendarios Jamiroquai inauguraron su gira europea con el único concierto que ofrecerán en España. El Palau Sant Jordi se llenó hasta la bandera: 17.000 personas acudieron para escuchar sus grandes éxitos y nuevas composiciones que el grupo presentó por primera vez.
Desde los primeros minutos quedó claro: no era solo un concierto, sino un verdadero regreso a los años 90, cuando Jamiroquai vivía su mayor auge. Sobre el escenario, la formación clásica con instrumentos en directo, sin efectos especiales modernos ni coreografías. Solo música, energía y el carisma del líder Jason Kay, quien llevaba siete años sin actuar en escenarios españoles.
El espectáculo, de dos horas y media, pasó en un suspiro. En vez de subidas bruscas, los ritmos envolvían poco a poco a todo el pabellón. El público no paraba de bailar y las sonrisas no desaparecían de sus rostros. Los móviles casi no molestaron: solo se encendieron para iluminar el recinto durante las baladas más emotivas. Una de ellas, World that we wants, fue la gran revelación de la noche.
Nuevos temas y el estilo inconfundible de siempre
Jamiroquai no se conformó solo con sus éxitos de siempre. En el setlist incluyeron tres canciones nuevas que formarán parte de un próximo álbum, cuyo lanzamiento está previsto para principios del año que viene. Los músicos experimentaron con los arreglos, pero mantuvieron su esencia: bajo profundo, riffs de guitarra, una potente sección rítmica y tres coristas al fondo del escenario.
Jay Kay lucía en plena forma: dominaba el escenario con soltura, cambiaba de atuendo constantemente y no se olvidó de sus icónicos tocados. En un momento, incluso apareció con la tradicional corona indígena con luces LED. El público respondía a cada uno de sus movimientos, y sus pasos de baile —aunque ya no tan enérgicos como antes— seguían desatando la euforia.
Funk, disco y un toque de jazz
La noche estuvo marcada por el funk, pero Jamiroquai no se olvidó de otros géneros. En Space Cowboy se escucharon matices de jazz, el tema Disco Stays the Same estuvo acompañado por un llamativo show de luces, y Canned Heat y Queen Machine recordaron la influencia de Earth, Wind & Fire y Kool & The Gang. Cada canción se convertía en una historia aparte, mientras los extensos pasajes instrumentales solo aumentaban el interés del público.
El final fue previsible, pero no por ello menos espectacular: el recinto estalló con Cosmic Girl y Virtual Insanity. Nadie quería marcharse y, incluso tras el final del concierto, el ambiente festivo seguía impregnando el Palau Sant Jordi.
Un regreso muy esperado
Jamiroquai demostró que su música sigue uniendo generaciones. Tras años de pausa, la banda no perdió ni su energía ni su carisma. Su regreso se convirtió en uno de los eventos musicales más destacados del año en Barcelona. Y parece que a Jamiroquai solo le esperan nuevos éxitos — porque uno siempre quiere volver a bailar con sus ritmos.
