
Una nueva crisis política sacude el Parlamento español: el partido Junts per Catalunya ha anunciado la ruptura total de relaciones con el gobierno de Pedro Sánchez. A partir de ahora, los diputados catalanes no respaldarán ninguno de los proyectos de ley presentados por el Ejecutivo. Esta decisión representa un giro inesperado para todo el panorama político nacional y podría tener graves consecuencias para el funcionamiento del Congreso.
La votación interna de Junts, celebrada la semana pasada en Perpiñán (Perpignan, Francia), ratificó una línea de dura oposición. La dirección del partido, liderada por Carles Puigdemont, ha abandonado la táctica anterior de diálogo y búsqueda de acuerdos. Junts ya no negociará los detalles de las propuestas legislativas ni revelará su postura antes de la votación. Esto implica que el gobierno pierde a uno de sus socios clave, en los que se apoyaba para mantener la mayoría parlamentaria.
Este paso cobra especial relevancia en el contexto de la competencia entre Junts y otra formación catalana: Esquerra Republicana. Temas como la financiación autonómica, la reforma del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y la lucha contra actividades ilegales quedan ahora en el aire. Sin el apoyo de Junts, las posibilidades de que estas iniciativas prosperen disminuyen drásticamente, pues la mayoría que garantizaba la estabilidad se ha roto de hecho.
El partido ya ha presentado enmiendas contra 25 proyectos de ley propuestos por el gobierno y no piensa votar a favor de otros 21 documentos que están en trámite. Entre ellos se encuentran temas cruciales para Cataluña, como el control y la regulación de la pesca marítima. En septiembre, los representantes de Junts en el parlamento catalán ya acusaron a los socialistas de ignorar los problemas de los pescadores de la región.
Consecuencias para reformas clave
En los próximos meses, el parlamento tendrá que debatir una serie de iniciativas que antes parecían prácticamente acordadas. Entre ellas está la condonación de la deuda de las autonomías, lo que permitiría a Cataluña liberarse de casi el 20 % de sus obligaciones. Para que esta medida salga adelante, es imprescindible el apoyo de Junts, pero el partido insiste en la cancelación total de la deuda y rechaza la solución parcial que propone el gobierno.
Además, otros proyectos sociales también han quedado en entredicho, como la ampliación de los derechos de los trabajadores ante la pérdida de un familiar y nuevas medidas de apoyo para pacientes con enfermedades graves. La líder de la coalición de izquierdas Sumar ya ha acusado a Junts de perjudicar los intereses de la clase trabajadora, aunque el partido solo está dispuesto a respaldar determinadas iniciativas fuera del paquete general de leyes.
El factor catalán y la batalla política
La decisión de Junts no solo responde a desacuerdos con el Gobierno central, sino también a una lucha interna por el poder en Cataluña. El partido busca demostrar a sus votantes su firmeza y autonomía, especialmente frente a la competencia de Esquerra Republicana, que respalda algunas iniciativas del Ejecutivo. Como resultado, la cuestión catalana vuelve a situarse en el centro de la política nacional, y el futuro de muchas reformas dependerá ahora de la capacidad de los partidos para encontrar nuevas fórmulas de colaboración.
La situación actual podría derivar en un enfrentamiento prolongado en el parlamento e incluso en una revisión de las prioridades del Gobierno. Pronto se sabrá si Sánchez logra encontrar vías alternativas para sacar adelante sus proyectos de ley o si el país entra en una nueva etapa de inestabilidad política.





