
La escena política catalana se reactivó inesperadamente tras los acontecimientos relacionados con la detención del buque Global Sumud y el arresto de Ada Colau. Hasta hace poco, el partido «Comuns» atravesaba una mala racha: había perdido el control del Ayuntamiento de Barcelona, tenía una representación parlamentaria limitada e intentos fallidos de integrarse en el proyecto Sumar. Sin embargo, la situación cambió drásticamente cuando las fuerzas israelíes interceptaron la flotilla que se dirigía a las costas de Gaza.
Poco después, en toda Cataluña se organizaron manifestaciones y acciones de solidaridad con el pueblo palestino. En Barcelona y otras ciudades, miles de personas salieron a las calles exigiendo el cese de la violencia en Gaza. Las protestas tomaron gran dimensión: solo frente al consulado israelí se concentraron más de quinientas personas y las huelgas estudiantiles paralizaron la actividad en las universidades. Ese mismo día, el parlamento catalán tuvo que suspender su actividad tras la detención de la diputada de la CUP, Pilar Castillejo, que se encontraba a bordo de la flotilla.
El partido «Comuns» pasó al centro del escenario al lograr reaccionar rápidamente y encabezar el movimiento de protesta. Su activismo destacó frente a otros sectores de la izquierda: Podemos prácticamente no tiene presencia en la región y la CUP atraviesa una crisis interna mientras algunos independentistas la critican por centrarse excesivamente en los asuntos internacionales en detrimento de la agenda catalana.
En los próximos días se espera una gran manifestación en Barcelona, respaldada por cientos de organizaciones. Los organizadores prevén que la participación supere la de años anteriores e incluso eclipse las tradicionales concentraciones del Día de Cataluña. Crece el descontento social, comparable a las protestas contra la guerra de principios de los años 2000.
Aunque la flotilla no logró entregar ayuda humanitaria en Gaza, las consecuencias políticas para Cataluña y toda España han sido significativas. La lucha política interna se ha intensificado: «Comunes» consolidan su posición y su líder, Ada Colau, actualmente detenida, ya ha anunciado que no se presentará en las próximas elecciones municipales. Probablemente su lugar lo ocupará Gerardo Pisarello.
Otros partidos intentan no quedarse atrás. Junts, a pesar de sus esfuerzos por apoyar la causa palestina, enfrentan divisiones internas y temen que la nueva oleada de protestas eclipse sus propias acciones. Sus representantes se encuentran en una situación complicada, tratando de equilibrar el apoyo a Palestina y la crítica a las decisiones parlamentarias.
Las calles catalanas vuelven a convertirse en escenario de batallas políticas, y «Comunes» encuentran la posibilidad de recuperar influencia apoyándose en el creciente descontento y la solidaridad con la población de Gaza. En las próximas semanas, la región espera nuevas protestas y, posiblemente, cambios en el panorama político.





