
Esta semana tuvo lugar en la capital de España un evento que podría influir en el equilibrio de fuerzas en la política europea. Pedro Sánchez, quien lidera no solo el gobierno sino también la Internacional Socialista, reunió en Madrid a representantes de más de un centenar de partidos para discutir una estrategia frente al auge de los movimientos de ultraderecha.
El encuentro, que normalmente se celebra en Nueva York, esta vez se trasladó a España debido a dificultades con los visados para algunas delegaciones. Esto permitió a Sánchez mostrar liderazgo en su propio territorio y destacar el papel de España como bastión de ideas progresistas en un momento en que los partidos tradicionales se enfrentan a la presión de los radicales.
En la agenda se incluyeron temas que hoy generan agudos debates en toda Europa: la defensa de los derechos de las mujeres, la lucha contra la desigualdad, el respaldo a los organismos multilaterales y, por supuesto, la cuestión del gasto militar. Sánchez volvió a rechazar el aumento del presupuesto de defensa al nivel exigido por algunos aliados de la OTAN y sostiene que deben priorizarse los programas sociales. Esta decisión suscitó descontento entre varios políticos extranjeros, incluido el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien no perdió la oportunidad de reprochar al primer ministro español por su “camino especial”.
Sin embargo, para Sánchez este tipo de críticas son más bien un motivo para movilizar a sus seguidores. Él apuesta a que la decepción de los votantes con la política tradicional de derechas y el auge del populismo pueden favorecer a los socialistas. En España esto ya es evidente: la posición de los socialistas se fortalece y la brecha con los conservadores se reduce.
Una parte clave de la estrategia ha sido la creación de una red internacional de centros de análisis y organizaciones sociales dedicadas a promover los valores democráticos y a combatir la expansión de ideas radicales. El proyecto, iniciado en una reunión en la Universidad de Columbia, reúne a expertos de España, América Latina, Australia y Canadá. En Madrid, los participantes discutieron cómo compartir experiencias y desarrollar soluciones conjuntas para diferentes regiones.
La preparación para los próximos congresos de los socialistas europeos y la siguiente reunión del Consejo Internacional en Malta también fue uno de los temas tratados. España, junto con Dinamarca, Lituania y Malta, sigue siendo uno de los pocos países de la UE donde gobiernan los socialdemócratas. Sánchez confía en que los logros de la economía española y su política social pueden servir de ejemplo para otros países.
En un contexto donde la sociedad está cansada de la polarización y de promesas sin cambios reales, los socialistas apuestan por iniciativas concretas y la solidaridad internacional. En Madrid se hizo un llamado no solo a la lucha política, sino también cultural por el futuro de Europa. El tiempo dirá si Sánchez y sus aliados logran revertir la tendencia y recuperar la confianza en las ideas progresistas.






