
En la parte norte de Aragón, donde se extienden los Pirineos, crece el descontento entre los habitantes locales. Este fin de semana, decenas de municipios se han unido para manifestar su protesta ante la situación actual. Sus principales quejas son la imposibilidad de encontrar vivienda asequible, el desarrollo turístico excesivo y proyectos energéticos controvertidos que, según muchos, no consideran los intereses de la población autóctona.
Hace veinticinco años, estas mismas montañas ya fueron escenario de grandes movilizaciones. Entonces, la ciudadanía protestaba contra la construcción de embalses que inundaban pueblos enteros. Hoy, los desafíos son otros: estaciones de esquí, teleféricos, parques temáticos y plantas solares. Los habitantes sienten que su tierra natal se transforma en una zona de ocio para visitantes, y no en un espacio para vivir.
Presión turística y problemas de vivienda
Durante el verano, activistas organizaron reuniones en 50 localidades para averiguar qué inquieta a la población. La mayoría mostró preocupación porque las viviendas se convierten en apartamentos turísticos y los precios de alquiler alcanzan niveles inalcanzables. En algunas ciudades, resulta casi imposible alquilar una casa por menos de mil euros. Incluso los hoteleros deben ofrecer habitaciones a sus empleados para que puedan permanecer trabajando en la región.
Las autoridades regionales apuestan por el desarrollo del turismo y la industria de los deportes de invierno, considerando esto como la clave para el crecimiento económico. Sin embargo, muchos residentes locales creen que estos proyectos no resuelven sus problemas urgentes, sino que solo los agravan. Como ejemplo citan los planes de construir la mayor atracción de montaña de Europa en Panticosa, un teleférico entre Benasque y Cerler, así como un parque de atracciones cerca de Jaca. Algunas de estas iniciativas ya se han encontrado con oposición: por ejemplo, el proyecto del parque de atracciones fue rechazado tras una votación masiva de los habitantes de Jaca.
Economía y demografía: un arma de doble filo
Por un lado, el desarrollo de las estaciones de esquí realmente ha ayudado a algunas ciudades a aumentar su población y a generar empleo. Por ejemplo, en Benasque, el número de habitantes se triplicó, mientras que en localidades vecinas que no están vinculadas a la industria turística se observa una disminución de población. Sin embargo, al mismo tiempo, aumenta la tensión social: los residentes permanentes se enfrentan a la falta de servicios asequibles y el modo de vida tradicional está cambiando visiblemente.
Las autoridades prometen que los nuevos proyectos traerán inversiones y mejorarán la infraestructura, pero muchos temen que esto solo provoque un aumento adicional de los precios y el desplazamiento de las familias locales. Como resultado, los habitantes exigen no solo la conservación de la naturaleza y el patrimonio cultural, sino también medidas concretas para garantizar viviendas accesibles, empleo digno y servicios básicos.
Protestas y el futuro de la región
La campaña «Por montañas dignas» se ha convertido en un símbolo de la lucha por el derecho a vivir en la tierra natal, y no ser desplazados por el auge del turismo y los grandes proyectos de inversión. A pesar de las promesas de las autoridades de desarrollar no solo el turismo, sino también la agricultura, la educación y la sanidad, muchos habitantes de los Pirineos consideran que su voz sigue sin ser escuchada. Las protestas en la región demuestran que la cuestión del equilibrio entre el desarrollo económico y los intereses de los residentes locales sigue abierta.





