
Ha pasado un año desde que Samir Haj Tirari quedó confinado a una silla de ruedas. Su vida cambió de un instante a otro: ahora cada mañana es una lucha no solo contra las limitaciones físicas, sino también contra las trabas burocráticas. En su piso a las afueras de Pozuelo de Alarcón lo espera su familia: su esposa Dounia y sus dos hijos. Por las noches, Samir no logra conciliar el sueño y pasa el tiempo viendo videos en TikTok, donde personas en su misma situación comparten consejos y ánimo. A veces sueña que vuelve a caminar.
Samir llegó a España en 2004 desde Tetuán, Marruecos. Durante casi veinte años construyó una nueva vida aquí, trabajando en la gran empresa Samyl, dedicada a la limpieza y mantenimiento de instalaciones municipales en todo el país. En Pozuelo, una de las ciudades más acomodadas de España, trabajaba en edificios de la administración local, ganando apenas algo más que el salario mínimo.
Todo cambió en otoño del año pasado. Mientras limpiaba el tejado de un centro municipal de mayores, Samir cayó a través de un panel de luz sin protección y se precipitó de seis metros de altura. Las secuelas fueron irreversibles: lesión en la columna y pérdida total de movilidad de la cintura para abajo. La investigación reveló que ni la empresa ni el ayuntamiento garantizaron la seguridad necesaria. Aunque meses antes de la tragedia un informe independiente recomendó instalar urgentemente barandillas o sistemas de protección en el tejado, estas medidas nunca se llevaron a cabo.
Una familia al límite: entre la espera y la incertidumbre
Actualmente, Samir y su familia viven en un piso municipal que les fue asignado tras insistentes solicitudes. La antigua vivienda no era adecuada para una persona en silla de ruedas: ni siquiera podía acceder al baño. Pagan una cantidad simbólica por el nuevo piso, pero no es suficiente para cubrir todos los gastos. Hasta ahora, la familia pasa el día a día con la pensión de discapacidad y pagos temporales de la aseguradora. Dunia, la esposa de Samir, tuvo que dejar su trabajo por la depresión que le causó el incidente. Ahora recibe una pequeña ayuda económica, pero pronto la perderá.
Samir ha demandado al ayuntamiento y a su empleador, exigiendo que se reconozca su responsabilidad en lo sucedido. La investigación determinó que tanto el municipio como la empresa violaron las normas de seguridad laboral. En el caso aparecen empleados de ambas partes, que podrían enfrentarse a penas reales por negligencia y causar lesiones graves. Sin embargo, representantes de la administración afirman que Samir supuestamente se equivocó de dirección y debía trabajar en otra obra, donde sí se cumplían las medidas de seguridad. Sus compañeros corroboran que lo enviaban frecuentemente a zonas peligrosas sin seguro.
Una prueba para toda la familia
Mientras el proceso judicial se prolonga, la familia se ve obligada a sobrevivir con medios mínimos. Samir sufre profundamente su impotencia, especialmente al no poder compartir tiempo con sus hijos como antes. Su esposa ha asumido todas las responsabilidades del hogar y el cuidado de su marido, a pesar de sus propios problemas de salud. Los médicos aseguran que el reconocimiento del grado de discapacidad severa permitirá recibir una pensión mayor, pero la tramitación de los documentos se retrasa.
Samir confiesa que lo que más le duele es la indiferencia de sus antiguos compañeros y de la dirección de la empresa. Desde el accidente, ninguno de ellos se ha interesado por su situación. Tras una larga rehabilitación en una clínica especializada, regresó a casa, donde se enfrentó a una nueva realidad: dolor constante, limitaciones y un sentimiento de culpa ante su familia.
Un largo camino hacia la justicia
El proceso judicial puede durar años y la posible compensación es la única oportunidad para que la familia de Samir empiece de nuevo. Sin embargo, él mismo no cree que el dinero le devuelva lo perdido. Para él, lo más importante es que tragedias como esta no se repitan y que los empleadores y las autoridades asuman su responsabilidad por la seguridad de las personas.






