
La temporada de verano en España no es solo sol y playas, sino también un mayor riesgo de enfrentarse a una molestia común: la entrada de cuerpos extraños en el ojo. El polvo, la arena en la costa, pequeños insectos o incluso una pestaña pueden causar un gran malestar. Aunque los ojos cuentan con mecanismos de protección natural, son extremadamente sensibles. Actuar de forma incorrecta en estas situaciones puede derivar en lesiones e infecciones. Sobre cómo prestar primeros auxilios y cuándo es imprescindible acudir a un especialista, habló la oftalmóloga de la Clínica Baviera, María Rolindes Fernández.
Lo más habitual es que al ojo lleguen pequeñas partículas del entorno: polvo, arena, pestañas e insectos. En casa o en el trabajo, también pueden ser peligrosas las partículas de productos de limpieza, cosméticos, o materiales más serios como virutas metálicas o de madera, y fragmentos de vidrio. La mayoría se queda en la superficie ocular, provocando escozor, enrojecimiento y lagrimeo. Sin embargo, incluso una mota insignificante puede dañar la córnea si no se maneja correctamente.
Los síntomas aparecen casi de inmediato. Entre ellos se encuentran la sensación de arenilla en el ojo, enrojecimiento, lagrimeo abundante, dolor, escozor y mayor sensibilidad a la luz. A veces la visión se vuelve borrosa y el párpado puede hincharse. Incluso si no se ve el objeto extraño, el malestar puede persistir, sobre todo si la partícula queda bajo el párpado. La especialista recalca: la regla principal en esta situación es no frotarse el ojo para evitar agravar el daño.
El primer y más importante paso es mantener la calma y evitar frotarse el ojo. Ante todo, hay que lavarse bien las manos. Luego, enjuagar el ojo abundantemente con agua limpia o solución salina. Para ello, se debe inclinar la cabeza hacia un lado para que el líquido fluya del ángulo interno al externo del ojo, arrastrando la partícula extraña. También se puede intentar parpadear con frecuencia, lo que estimula la producción de lágrimas y ayuda a eliminar la partícula de forma natural. Si se ve la partícula en la esclerótica o en la parte interna del párpado inferior, se puede intentar retirarla suavemente con la esquina de una gasa estéril o un pañuelo limpio, sin ejercer presión.
La asistencia médica es obligatoria en varios casos. Si el cuerpo extraño no se elimina tras el enjuague, está firmemente incrustado en el ojo o es un objeto punzante (metal, vidrio), la automedicación no está permitida. Señales de alarma que requieren una visita inmediata al oftalmólogo son dolor intenso, disminución o visión borrosa, así como sangrado. Niños, personas que usan lentes de contacto y aquellos que ya padecen enfermedades oculares deben consultar al médico de inmediato, sin intentar resolver el problema por su cuenta.
Una extracción incorrecta de un cuerpo extraño puede tener graves consecuencias. Intentar sacar el objeto con las manos sucias o instrumentos no estériles puede provocar una infección. Aplicar demasiada presión puede causar abrasiones en la córnea —rasguños superficiales que, a su vez, pueden infectarse y convertirse en úlceras que ponen en riesgo la visión. En algunos casos, pueden quedar cicatrices en la córnea que disminuyen permanentemente su agudeza visual. Las partículas metálicas son especialmente peligrosas, ya que pueden oxidarse y dejar una mancha imborrable en la córnea.
En condiciones clínicas, el médico realiza primero un diagnóstico con una lámpara de hendidura para determinar con precisión la ubicación del cuerpo extraño y evaluar el grado de daño. Luego, utilizando instrumentos estériles, el especialista lo extrae cuidadosamente. Tras el procedimiento, se suelen prescribir gotas antibacterianas y antiinflamatorias para prevenir infecciones y acelerar la recuperación. Durante el tratamiento, se recomienda a los pacientes evitar el uso de lentes de contacto y mantenerse alejados de ambientes con humo o polvo.
La prevención es bastante sencilla. Al aire libre, especialmente en días de viento, las gafas de sol y los sombreros ayudan a proteger los ojos. Al realizar trabajos que impliquen riesgo de que virutas, polvo o productos químicos entren en los ojos, el uso de gafas de protección especiales es obligatorio. También es fundamental no tocarse los ojos con las manos sucias para minimizar el riesgo tanto de lesiones como de infecciones.






