Septiembre no es solo un cambio de estación, sino una verdadera renovación para todo el organismo. Tras la relajación del verano, volver al ritmo habitual de trabajo y estudio suele ir acompañado de fatiga, estrés e incluso alteraciones del sueño o la digestión. Para afrontar con energía la nueva temporada laboral, es fundamental adoptar un enfoque integral. Como señala la reconocida farmacéutica española Mar Siera, fundadora de la cadena de farmacias CPH, la base de todo es una alimentación equilibrada, una adecuada hidratación y la actividad física. Sin embargo, durante el periodo de adaptación, los complementos alimenticios pueden ser de gran ayuda para que cuerpo y mente recuperen el equilibrio.
Fundamentos de la recuperación: desde minerales hasta adaptógenos
El magnesio encabeza la lista de auxiliares imprescindibles. Este mineral actúa como un verdadero director de orquesta en nuestro organismo, participando en más de trescientas reacciones bioquímicas. Su función principal es mantener el buen funcionamiento de los sistemas nervioso y muscular, regulando la transmisión de impulsos. Un nivel adecuado de magnesio en el cuerpo ayuda a reducir la fatiga, mejorar la capacidad de concentración y estabilizar el estado de ánimo. Además, desempeña un papel importante en la síntesis de serotonina y la regulación de la melatonina, lo que contribuye a un sueño más profundo y reparador. Su ingesta resulta especialmente relevante en periodos de alta exigencia intelectual, estrés o insomnio leve. Para una mejor absorción, se recomienda optar por formas como el citrato o bisglicinato, y no olvidar una dieta rica en verduras de hoja verde, frutos secos y legumbres.
La ashwagandha, o Withania somnifera, es una planta proveniente de la medicina ayurvédica que se ha consolidado entre los adaptógenos. ¿Qué significa esto? Los adaptógenos ayudan al cuerpo a adaptarse al estrés físico y emocional. Este suplemento puede ser un verdadero alivio para quienes experimentan dificultades al retomar la rutina, sintiendo ansiedad y nerviosismo. Actúa suavemente sobre el sistema nervioso, favoreciendo la calma interior y el equilibrio.
Energía, concentración y sueño saludable
Las vitaminas del grupo B, especialmente B1, B6 y B12, pueden considerarse el combustible de nuestro sistema nervioso. Son elementos clave en la producción de energía celular y en la síntesis de neurotransmisores esenciales como la serotonina, la dopamina y el GABA. Su deficiencia puede manifestarse como fatiga crónica, irritabilidad y un estado de ánimo decaído. Mantener niveles adecuados de estas vitaminas garantiza la estabilidad emocional y ayuda a conservar la vitalidad durante periodos de alta exigencia mental o física.
Los ácidos grasos Omega-3, en particular EPA y DHA, son los mejores aliados de nuestro cerebro. Son imprescindibles para mantener la memoria, la concentración y el equilibrio emocional, lo cual es especialmente importante al comenzar un nuevo año laboral. Además, el Omega-3 tiene un potente efecto antiinflamatorio. Estudios clínicos demuestran que una ingesta diaria de aproximadamente 3000 mg de EPA y DHA ayuda a reducir los marcadores de inflamación celular. Es fundamental recordar que el consumo de estas dosis debe realizarse bajo supervisión médica. Al elegir un suplemento, se recomienda optar por productos con certificación IFOS de 5 estrellas en forma de triglicéridos, lo que garantiza su pureza y la ausencia de contaminantes nocivos, como los metales pesados.
Un cambio brusco en la rutina diaria después de las vacaciones inevitablemente desajusta nuestro reloj biológico. La melatonina es una hormona natural responsable del ciclo de sueño y vigilia. Su uso en forma de suplemento ha demostrado ser eficaz para acelerar el proceso de quedarse dormido y reajustar el ritmo biológico. Reduce el tiempo necesario para conciliar el sueño y mejora la calidad del descanso en casos de insomnio inicial o al cambiar de huso horario. Para las personas mayores, puede ser aún más útil, ya que la producción natural de melatonina disminuye con la edad. Las dosis efectivas suelen ser bajas (0,5–2 mg), y se recomienda tomarlas entre 30 y 60 minutos antes de acostarse. Los especialistas aconsejan usar la melatonina como una medida temporal y no como tratamiento principal para el insomnio crónico.
Cuidar la digestión y la inmunidad
Los excesos del verano —comidas abundantes, alcohol, cambios en la dieta habitual durante los viajes— suelen alterar el equilibrio de la microbiota intestinal. Un intestino sano es fundamental no solo para una buena digestión, sino también para la inmunidad y el estado de ánimo, gracias al llamado eje intestino-cerebro. La base para su salud es una dieta rica en fibra, frutas, verduras y alimentos fermentados. Sin embargo, si ya se han presentado molestias digestivas o una bajada en las defensas, los probióticos y prebióticos pueden ser un gran apoyo para restaurar el equilibrio.
Muchos creen erróneamente que después del verano no puede haber déficit de vitamina D. Sin embargo, factores como la edad, el uso de protectores solares, el tono de piel y la falta de exposición al sol en las horas adecuadas dificultan su síntesis completa. Esta vitamina es esencial para mantener huesos fuertes, un sistema inmunitario sólido y un buen estado de ánimo. Los estudios científicos relacionan su deficiencia con un mayor riesgo de infecciones respiratorias y síntomas de depresión. Por eso, en otoño e invierno, cuando la exposición solar disminuye, es recomendable controlar sus niveles y, si es necesario, comenzar a tomar suplementos bajo supervisión médica.
