Comprar un coche en el extranjero suele parecer ventajoso, especialmente cuando se trata de modelos usados procedentes del Reino Unido. Sin embargo, el coste final puede superar ampliamente las expectativas iniciales al tener en cuenta todos los gastos asociados.
Uno de los mecánicos españoles más populares en redes sociales adquirió recientemente en Birmingham dos vehículos Honda Civic FN2 Type R con menos de 200.000 kilómetros recorridos. El precio de cada uno fue de 3.500 euros. A primera vista, la operación parece atractiva, pero al sumar todos los gastos, el coste total resultó ser mucho más alto.
Al precio base del vehículo se sumaron los gastos de conversión de divisas (50 euros), combustible, seguro y aparcamiento en el Reino Unido (200 euros), así como el billete de ferry desde Portsmouth hasta Santander — 740 euros. Si hubiera sido necesario volar a Inglaterra, habría que añadir unos 500 euros para cubrir el vuelo, el alojamiento y la comida.
Tras la llegada del coche a España, a estos gastos se le añaden los pagos obligatorios: trámites de documentación, matriculación y obtención del certificado de conformidad. Tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea, estos trámites se han vuelto más complejos y costosos. Según los expertos, solo estos procedimientos pueden costar entre 1.000 y 2.000 euros.
En consecuencia, un coche comprado por 3.500 euros puede acabar costando al propietario más de 8.000 euros. Esto es más del doble del valor inicial del vehículo. Por ello, antes de tomar una decisión de compra, conviene calcular cuidadosamente todos los posibles gastos.
En España se permite la matriculación de vehículos con volante a la derecha, aunque el trámite difiere del estándar. En primer lugar, es necesario acreditar el origen del vehículo, especialmente si proviene de fuera de la Unión Europea o del Espacio Económico Europeo, donde se aplican normas más estrictas.
Después, el coche debe superar una inspección técnica en la que se evalúan las emisiones y los sistemas de seguridad. A menudo se requiere la adaptación de algunos elementos, como los faros o los intermitentes, para cumplir con los estándares españoles.
Para iniciar el trámite, hay que reunir un conjunto de documentos: el certificado de conformidad (COC), la ficha técnica y los papeles que acrediten las características del vehículo. Posteriormente, se realiza una inspección técnica que verifica la seguridad y el cumplimiento de las normas de circulación.
El siguiente paso es el pago de las tasas de matriculación, cuyo importe depende del tipo de vehículo y del nivel de emisiones. Tras completar todos los procedimientos, se debe acudir a la Dirección General de Tráfico (DGT) para obtener la matrícula definitiva.
Así, la importación de un vehículo desde el Reino Unido requiere no solo recursos económicos, sino también tiempo para los trámites. Se recomienda a los posibles compradores informarse previamente sobre todas las etapas del proceso para evitar gastos inesperados.
