
En el oeste de la provincia de Málaga, lejos de las concurridas playas de la Costa del Sol, existe un rincón natural que pocos turistas conocen. Los habitantes locales lo guardan como su pequeño secreto, ofreciendo frescura y tranquilidad lejos del bullicio turístico en los meses más calurosos del año.
Se trata de la playa fluvial Charca de la Mina (Playa fluvial de la Charca de la Mina), situada en el municipio de Manilva. Su singularidad radica en su ubicación poco habitual: la zona de recreo se encuentra justo debajo de uno de los viaductos de la autopista AP-7, a orillas del río Manilva.
A pesar de su aparente cercanía a la carretera, el año pasado el ayuntamiento de Manilva llevó a cabo mejoras en este espacio para hacerlo más cómodo para los visitantes. Ahora cuenta con sombrillas fijas para protegerse del sol y mesas de madera con bancos, creando un entorno ideal para un picnic después de un baño.
El agua de esta piscina natural, o presa, tiene un característico tono azulado. Esto se debe a que parte del caudal proviene del cercano manantial Baños de la Hedionda (Baños de la Hedionda), situado en el vecino municipio de Casares. La vegetación que la rodea ayuda a crear una sensación de aislamiento y suaviza la impresión de estar cerca de la autopista.
Llegar a la playa es sencillo: está a solo cinco minutos en coche desde el centro de Manilva y hay aparcamiento a pocos metros. La profundidad en el remanso varía, lo que permite tanto nadar como simplemente refrescarse en zonas más bajas. La sombra del viaducto, que algunos pueden considerar una desventaja para tomar el sol, en realidad es un alivio durante los calurosos días de verano.
Junto a la playa se encuentra el establecimiento «Román Oasis», donde se puede no solo comer algo, sino también disfrutar de actividades como el minigolf. Hasta la fecha, en 2025, Charca de la Mina sigue siendo un lugar tranquilo y poco concurrido, ideal para quienes desean descubrir otra cara, menos turística, de la Costa del Sol.






