
En los últimos años, el flujo turístico hacia la región portuguesa de Algarve ha alcanzado proporciones impresionantes. Encontrar en verano una playa solitaria, que no esté saturada de veraneantes, se convierte en todo un reto. Sin embargo, incluso en este popular rincón de Europa aún existen lugares intactos por el turismo de masas, verdaderos oasis de tranquilidad. Uno de estos tesoros es la isla de Armona, situada frente a la costa de la ciudad de Olhão. Se puede llegar en ferry, que sale regularmente desde el puerto local.
Armona es radicalmente diferente a todo lo que hayas visto en el Algarve. Su principal particularidad es la total ausencia de carreteras y, en consecuencia, de automóviles. Este hecho sumerge al instante en una atmósfera de serenidad y relax. Aquí no encontrarás enormes complejos hoteleros, ruidosos clubes nocturnos ni vendedores insistentes. Solo el sonido de las olas, el silencio roto por el grito de las gaviotas y las barcas de pescadores que se desplazan tranquilamente de un lado a otro. Por supuesto, llegan turistas, pero nunca en exceso, lo que permite conservar el espíritu único del lugar.
En verano, la calle principal, formada por encantadoras casitas, cobra vida. Aquí se reúnen propietarios e inquilinos para pasar los meses calurosos lejos del bullicio de la ciudad. Estas construcciones, en sí mismas, son una atracción: sus fachadas claras, en su mayoría blancas y adornadas con flores de colores vivos, crean una estampa idílica que recuerda escenas de la película «Mamma Mia!». Y no se trata de un decorado cinematográfico, sino de un lugar auténtico en pleno corazón del parque natural de Ría Formosa, en el sur de Portugal. El trayecto en ferry desde Olhão no lleva más de veinte minutos, pero la sensación es la de llegar a un mundo completamente diferente.
La isla se extiende a lo largo de casi nueve kilómetros, lo que permite recorrerla a pie en un solo día. No hay transporte, salvo las propias piernas o una bicicleta. Nada más bajar del ferry, si sigues recto por un sendero adoquinado, en aproximadamente kilómetro y medio llegarás a una magnífica playa de aguas cristalinas y tranquilas. En el camino, encontrarás algunos pequeños bares y restaurantes, aunque la oferta es bastante limitada. Por eso, muchos visitantes optan por traer su propia comida y organizar picnics directamente en la arena. La mayoría de las calles aquí son de arena, y aunque fuera de temporada la isla queda casi vacía, en verano estas viviendas se llenan de personas que pasan toda la estación aquí.
La auténtica joya de Armona es la playa situada en su extremo oriental. Durante la marea baja, aquí se forman piscinas naturales y bancos de arena que desaparecen al subir la marea al atardecer, ofreciendo un espectáculo realmente mágico. Es el lugar perfecto para relajarse en soledad y conectar plenamente con la naturaleza.
Aunque la isla puede recorrerse en un día, quienes deseen quedarse más tiempo tienen una excelente opción. Aunque no hay hoteles, funciona el camping Orbitur Isla de Armona. No se trata de un típico campamento de tiendas, sino de un complejo de acogedores bungalós con acceso directo al agua. Cada bungaló cuenta con dormitorios, zona de estar y cocina equipada con frigorífico. Esto es especialmente importante porque en la isla no hay supermercados y hay que tomar el ferry a Olhão para comprar comida. El camping también dispone de un área de juegos infantiles, lo que lo convierte en una estupenda opción para familias. Armona es una prueba viva de que en el Algarve aún existen rincones libres del bullicio, ideales para desconectar.






