
El canal de televisión Telecinco, en un intento por salvar la audiencia de su nuevo programa de fin de semana «¡Vaya fama!», tomó una decisión inesperada. La dirección del programa decidió incorporar como reportero a Montoya, conocido por su participación polémica en el reality show «La Isla de las Tentaciones», con la esperanza de que su figura mediática reactive el interés del público en un formato que no tuvo el mejor de los comienzos.
Su primer encargo periodístico tuvo lugar el pasado sábado, 4 de octubre, arrojándolo de inmediato al centro de la actualidad. Montoya viajó a su natal Sevilla para cubrir un evento que la prensa ya había calificado como «la boda del año»: el enlace del aristócrata Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan. El reportaje se realizó directamente desde la entrada de la iglesia sevillana Cristo de los Gitanos, donde se congregaron cientos de curiosos.
Acompañado por otros dos corresponsales del programa, el recién estrenado reportero recibió una misión especial: entregar al novio un souvenir oficial del programa, una caricatura en miniatura. Sin embargo, no pudo completar la tarea por completo. Montoya logró entregar la estatuilla únicamente a Alfonso Díez, quien prometió hacérsela llegar a Cayetano. El presentador Antonio Montero, siguiendo lo sucedido desde el estudio, bromeó con que, de no haber aceptado la figura, probablemente Montoya habría acompañado al novio hasta el propio altar.
La aparición de la estrella de «La isla de las tentaciones» y «Supervivientes» en un nuevo rol generó una ola de emociones en las redes sociales, la mayoría de ellas negativas. Los usuarios de internet criticaron duramente a Telecinco por confiar una labor periodística a una persona sin formación en la materia. Muchos señalaron que esto devalúa la profesión, haciendo hincapié en errores evidentes del debutante, como no sostener correctamente el micrófono ante los entrevistados.
En la red se difundieron mensajes airados de egresados de facultades de periodismo y comunicación audiovisual. El argumento principal era que, mientras los profesionales titulados están desempleados o reciben sueldos mínimos, las cadenas de televisión ofrecen puestos prestigiosos a personajes mediáticos. Se comentó que este tipo de decisiones mina la confianza en la “cultura del esfuerzo” y el profesionalismo.
A pesar de las críticas, Montoya parecía estar disfrutando enormemente. Provocó revuelo entre los curiosos reunidos frente a la iglesia, tuvo tiempo de hablar con Hubertus von Hohenlohe y expresó con entusiasmo que había cumplido un sueño: conocer al legendario futbolista Emilio Butragueño. Su actitud se asemejaba más a la de un fan entusiasta que a la de un miembro de la prensa.
La emisión fue precedida por un breve reportaje que mostraba a Montoya preparándose para su primer día de trabajo. En este divertido segmento, también aprovechó para colarse en otras bodas celebradas anteriormente en la misma iglesia, creando así un ambiente ligero y entretenido antes del evento principal.





