
Tras un largo periodo de discreción y silencio, empieza a levantarse el velo de misterio sobre la ruptura de una de las parejas más comentadas de España. Irene Rosales ha decidido hablar abiertamente sobre su situación personal, arrojando luz sobre las verdaderas razones de su separación de Kiko Rivera. Ha salido a la luz el último y casi desesperado intento de la pareja por salvar su relación, que lamentablemente terminó en fracaso rotundo y solo aceleró el final inevitable.
El punto clave, hasta ahora desconocido, fue un viaje juntos a Mérida durante las pasadas fiestas navideñas. Acompañados de amigos muy cercanos, Irene y Kiko emprendieron ese viaje con un único objetivo: buscar la reconciliación y brindarle a su matrimonio una nueva oportunidad. Esperaban que el ambiente festivo y el cambio de aires les ayudaran a reencontrarse y entenderse de nuevo. Sin embargo, la realidad fue dura: en vez de unirles, el viaje les hizo comprender lo profunda que era ya la distancia entre ambos.
Este viaje, ideado como un salvavidas, acabó convirtiéndose en un punto de no retorno. Fue tras regresar de Mérida cuando ambos comprendieron que su historia de amor había terminado. La tensión acumulada y el desgaste emocional pesaron más que las esperanzas de reconciliación. La decisión definitiva de separarse llegó unas semanas después y, para el momento de la primera comunión de una de sus hijas, su relación ya era cosa del pasado. Desde entonces, cada uno siguió su propio camino: Irene encontró consuelo en la tranquilidad y en una nueva relación con el empresario andaluz Guillermo, mientras que Kiko se sumergió de lleno en su carrera musical, preparando el lanzamiento de un nuevo sencillo.
A pesar de los dramas personales, los ex cónyuges han demostrado madurez en la crianza de sus hijas, Ana y Carlota. Han construido un sistema flexible de custodia compartida, anteponiendo siempre el bienestar de las pequeñas. Aunque aún no existe un acuerdo formal sobre los días de visita, mantienen una comunicación constante y se ayudan mutuamente, adaptándose a sus horarios de trabajo. Irene recalca su total independencia económica, aclarando que la aportación de Kiko es exclusivamente para las necesidades de las hijas. Tras la ruptura, fue Kiko quien dejó el domicilio familiar, mientras que Irene prefirió quedarse para estar cerca de su familia, que se ha convertido en su principal apoyo durante este difícil periodo.






