
En la costa occidental de Asturias, donde la tierra se encuentra con el bravo Atlántico, existe un rincón que parece sacado de una postal. La música de este lugar se compone de dos notas: el poderoso rugido de las olas rompiendo contra los acantilados y el suave susurro del viento en los prados esmeralda. Es un balcón natural suspendido sobre el agua, donde la tranquilidad, la brisa fresca y la belleza virgen se funden en uno solo. El horizonte aquí parece infinito, invitando a detenerse, respirar profundamente y simplemente contemplar. Un destino ideal para una escapada corta, especialmente para quienes buscan paisajes inalterados y senderos para pasear junto al mar.
La atención se dirige de inmediato a una construcción: una pequeña edificación de madera, pintada en tonos celestes y blancos, que se alza discretamente en el borde mismo del acantilado. A su alrededor se han dispuesto bancos, hay un mirador habilitado y en los prados crecen robles imponentes. Abajo, al pie del acantilado, se extiende una playa en forma de concha, a la que conducen senderos cómodos desde la localidad más cercana. Todo invita aquí a una pausa tranquila y a disfrutar del momento.
Este enclave escondido lleva el nombre de Ermita de La Regalina y se encuentra en el municipio de Valdés, en la aldea de Cadavedo. Es un rincón costero que durante siglos ha vivido del mar y que hoy presume de sus tradicionales hórreos, casonas de ‘indianos’ y una ubicación privilegiada entre los cabos Busto y Vidío.
La historia de esta emblemática construcción comenzó en 1931. Un sacerdote local llamado Galo impulsó la creación de esta modesta capilla en honor a la patrona de la región, la Virgen María de Riégala. Sin embargo, entre la gente local la llaman cariñosamente “La Regalina”. Según la tradición, la imagen de la santa fue encontrada milagrosamente por una campesina mientras segaba la hierba en el prado. Desde entonces, la colina de “La Garita” se ha convertido en centro de peregrinación y escenario de la principal fiesta veraniega.
Parte inseparable del conjunto es el orreo vecino, una auténtica reliquia etnográfica que resguarda el prado con vistas a los acantilados. Hace algunos años, un fuerte desprendimiento de tierra puso en peligro su existencia. Fue necesario desmontar cuidadosamente la estructura y trasladarla varios metros hacia el interior. Gracias al esfuerzo de los habitantes y al apoyo de las autoridades, fue posible salvarlo, y hoy vuelve a formar parte del paisaje.
Además de la capilla y el granero, toda la colina sirve como un magnífico mirador. Desde aquí se disfrutan vistas panorámicas del agreste litoral y de la playa de Cadavedo, también conocida como Ribeirona. Esta playa ha recibido el prestigioso distintivo de “Bandera Azul” y es fácilmente accesible desde el pueblo. Durante la pleamar, la franja de arena queda casi completamente sumergida, recordando que aquí es la naturaleza quien marca el ritmo; en bajamar, la bahía muestra toda su belleza.
Cada último domingo de agosto, Cadavedo cobra vida durante la fiesta en honor a “La Regalina”, reconocida como acontecimiento de Interés Turístico Nacional. Por la mañana, desde el barrio de La Rapa, desfilan carrozas decoradas con los tradicionales pasteles “alfialadas” y flores. Suena el pregón, la gente baila la antigua danza en corro “Danza prima” y, tras la misa, la procesión lleva la imagen de la Virgen María hasta el campo de “La Garita”. La celebración continúa con picnic sobre la hierba, bailes y el sorteo de los pasteles. Esta fiesta, de profundas raíces marineras y campesinas, se disfruta en familia, vestidos con trajes típicos, transformando el cabo en un auténtico anfiteatro natural sobre el mar Cantábrico.
Llegar hasta aquí es sencillo: desde Oviedo, hay que tomar la autopista A-8 hasta la salida 450 (Cadavedo), y luego seguir la carretera en dirección a la costa hasta la loma. Cerca hay un pequeño aparcamiento, aunque en temporada alta es mejor dejar el coche en el pueblo y subir a pie. En los días despejados, la puesta de sol es un espectáculo que queda para siempre en la memoria.






