
La última emisión del popular programa de debate televisivo «La Sexta Xplica», transmitido el pasado sábado, sacudió a la sociedad española al poner sobre la mesa uno de los temas más delicados: la especulación descontrolada en el mercado inmobiliario. El debate comenzó con cifras impactantes, que evidenciaron la magnitud del problema. Se reveló que una de cada cuatro operaciones de compraventa de viviendas en el país no se realiza para residir en ellas, sino como inversión. En un año, se adquirieron más de 182.000 inmuebles con este fin.
La intervención de la sindicalista Afra Blanco fue especialmente emotiva, lanzando una dura crítica a la situación actual. Afirmó que lo que ocurre no puede considerarse una inversión en el sentido tradicional del término. Es pura especulación. Para respaldar sus palabras, presentó una estadística demoledora: en la última década, el precio de la vivienda ha subido un 77%, mientras que los salarios de los españoles solo han aumentado un 22%. Esta brecha gigantesca convierte la vivienda propia en un sueño inalcanzable para millones de ciudadanos.
La situación en la capital se presentó como un ejemplo ilustrativo. Para adquirir un modesto piso de 60 metros cuadrados en Madrid, un ciudadano promedio necesita destinar absolutamente todos sus ingresos durante más de veinte años. Al mismo tiempo, el precio del alquiler en la ciudad ha subido un 18%, agravando aún más la presión financiera sobre la población. Blanco expresó su indignación señalando que, mientras algunos ven en estas cifras una tragedia, otros, incluidos algunos políticos, las perciben como una excelente oportunidad de negocio.
En su opinión, los principales beneficiarios y mayores propietarios de viviendas en España desde hace tiempo no son los particulares, sino los bancos y los grandes fondos de inversión. Ellos, en esencia, han convertido el derecho básico a la vivienda en un producto bursátil. Afra Blanco advirtió que, al final, por este «parque de atracciones» para especuladores pagarán no solo los trabajadores, sino también los propios empresarios. Las empresas tendrán que enfrentarse o a una grave escasez de personal, ya que muchos no podrán permitirse vivir cerca del trabajo, o a un aumento significativo de los salarios. Al final de su encendido discurso, lanzó una propuesta radical: es necesario «aplastar» a los especuladores con impuestos excesivos para detener este proceso destructivo para el país.






