
A orillas del caudaloso Ebro, rodeado de infinitos viñedos y sierras, se esconde uno de los pueblos más pintorescos y apacibles de La Rioja. Su atractivo reside en sus calles empedradas, profundas raíces vinícolas y un imponente casco histórico que ha preservado el legado de muchos siglos. Este lugar, enmarcado por la Sierra de Toloño y los paisajes típicos de la subregión Rioja Alta, se ha convertido en un destino imprescindible para los amantes de los buenos vinos, la historia y la naturaleza virgen.
Se trata de Briñas, una pequeña joya situada a pocos minutos de Haro. Por su ubicación estratégica a la entrada de la región, es conocida como la “puerta de La Rioja”. El paseo desde el puente Puente de Briñas a lo largo del río se transforma en un inolvidable recorrido entre bodegas centenarias y casonas de piedra adornadas con blasones familiares. La silueta del pueblo, recortada sobre los meandros del río, configura una de las panorámicas más pintorescas de toda la comarca.
Este municipio, orientado hacia el cauce del Ebro, armoniza la serenidad del entorno natural con la hospitalidad de sus habitantes. Cada rincón respira autenticidad: desde el repique de las campanas de la iglesia de la Asunción hasta las pequeñas aberturas de ventilación de las bodegas subterráneas, testigos silenciosos de una antigua cultura vinícola que ha forjado el carácter local.
Un viaje al pasado
La historia de Briones se remonta al siglo XI, cuando aparece por primera vez en los documentos de los cartularios de los monasterios de Leire y San Millán. En 1047, el rey Sancho Fortúnez cedió la localidad al monasterio de Leire, y más tarde pasó a formar parte de Haro, logrando su independencia definitiva solo en 1632. Durante siglos, su ubicación estratégica a orillas del Ebro jugó un papel clave en la prosperidad agrícola y comercial de la zona.
El trazado urbano conserva la huella de aquellos siglos de esplendor. Las casas solariegas de los siglos XVII y XVIII, construidas en arenisca y coronadas con escudos nobiliarios, evocan el pasado próspero de la villa. Muchas de ellas esconden bajo tierra las tradicionales bodegas, donde aún pervive la antigua práctica de elaborar vino en los sótanos.
La economía aquí siempre ha estado ligada a la tierra, especialmente al cultivo de la vid. Briones se encuentra en el corazón de una de las denominaciones de origen más prestigiosas de España, y su vínculo con el vino se refleja no solo en la producción, sino también en el estilo de vida, las fiestas y el paisaje, donde los viñedos marcan el ritmo de las estaciones.
Lo que guardan las calles antiguas
El principal atractivo de Briones es su casco histórico, un verdadero museo al aire libre donde cada piedra parece contar una leyenda. Pasear por sus callejuelas es como viajar en el tiempo, admirando las casas blasonadas y las fachadas que conservan el espíritu tradicional de La Rioja.
En la parte alta del pueblo se alza la iglesia parroquial de la Asunción, del siglo XVII, que domina el horizonte y alberga un altar de estilo clásico. Muy cerca, el Mirador del Rollo ofrece una panorámica impresionante del río Ebro y los viñedos que lo rodean. En otoño, el paisaje se tiñe de dorados y rojizos, creando una imagen digna de postal. A los pies de la localidad, un pequeño embarcadero junto al río invita a disfrutar de un paseo tranquilo o practicar piragüismo, una de las actividades preferidas entre los visitantes. Entre los monumentos que complementan la ruta destacan el Crucifijo del siglo XVI, la ermita de Humilladero del siglo XVII y las ruinas de la ermita de San Marcelo. Los más curiosos podrán encontrar las “chimeneas” de las antiguas bodegas que sobresalen del suelo y servían para evacuar los gases durante la fermentación del mosto, un vivo ejemplo de la ingeniosidad de los riojanos.
Una escapada más allá del pueblo
Quienes decidan quedarse en Briñas encontrarán numerosos caminos para descubrir los alrededores. A sólo tres kilómetros está Haro, la capital vinícola de La Rioja, famosa por el emblemático Barrio de la Estación y sus bodegas centenarias. También merece la pena visitar Laguardia, en la subregión Rioja Alavesa, una encantadora villa amurallada con una historia que se remonta a la Edad Media.
Brinãs es uno de esos lugares que han conservado intacta la magia de La Rioja. Un pequeño pueblo con una gran identidad propia. Otra excursión recomendada es a la Sierra de Toloño, un destino ideal para los amantes del senderismo y la fotografía, con rutas que ofrecen panorámicas privilegiadas del valle del Ebro. Desde allí, el viajero puede continuar hacia localidades como Santo Domingo de la Calzada o Nájera, completando su aventura riojana, que combina historia, vinos nobles y paisajes inolvidables.





