Cuando el 19 de noviembre de 1988 se halló el cuerpo sin vida de Christina Onassis en las afueras de Buenos Aires, no solo nació la leyenda sobre las causas de su muerte. El centro de atención fue su cuarto esposo y padre de su única hija, Athina: Thierry Roussel. Su figura, rodeada de escándalos y amores desdichados, sigue generando numerosas preguntas hasta hoy. Aunque en febrero de 2025 Roussel cumplió 72 años y es conocido principalmente por su relación con la hija del magnate griego Aristóteles Onassis, su biografía personal resulta mucho más compleja e interesante de lo que aparenta a simple vista. Detrás de su fachada de playboy despreocupado, se escondían un linaje aristocrático y un sólido patrimonio familiar.
Thierry Patrick François Roussel nació el 16 de febrero de 1953 en Neuilly-sur-Seine, un exclusivo suburbio de París. Su padre, Henri Julien Gaston Roussel, fue presidente y director general de la compañía farmacéutica Roussel Uclaf. Su madre, Francine Grinda, era hija y nieta de destacados políticos franceses. Thierry, tras finalizar la escuela secundaria en 1972, ingresó a la Facultad de Economía de la prestigiosa Universidad Panthéon-Assas en el Barrio Latino de París. Sus lazos familiares eran amplios: una de sus hermanas ostentaba el título de duquesa y su tío materno fue un conocido tenista que representó a Francia en la Copa Davis. La fortuna de la familia se forjó en los años veinte del siglo pasado, cuando su corporación farmacéutica llegó a ser la segunda más grande de Francia. Posteriormente, en 1997, fue vendida al consorcio alemán Hoechst AG y en 2004 pasó a formar parte del grupo Sanofi Aventis.
El auge de la popularidad de Thierry Roussel en los medios estuvo relacionado con su apasionado romance y posterior matrimonio con Cristina Onassis en 1984. Su unión, rodeada de numerosos rumores, resultó ser efímera. Para cuando nació su hija Athina, el 29 de enero de 1985, la pareja ya estaba en proceso de divorcio. La causa fueron las numerosas infidelidades del empresario francés. Se supo que Roussel llevaba una doble vida, manteniendo una relación con la modelo sueca Marianne “Gaby” Landhage. Además, su primer hijo con Gaby, Eric, nació en julio de 1985, apenas unos meses después de Athina. Su segunda hija, Sandrine, llegó al mundo en mayo de 1987. Finalmente, en 1990, Thierry se casó con su antiguo amor, y la joven Athina, entonces bajo la tutela de su padre, fue una de las damas de honor en la boda. Más tarde, la pareja tuvo otra hija, Johanna.
Un mes después de la muerte de su exesposa, Russel, en una entrevista con un medio argentino, se presentó como la única persona que realmente la amó. Afirmó que le ofreció todo lo posible: amor, familia y una vida tranquila, pero no pudo lidiar con su ansiedad interna, que resultó ser más fuerte que sus sentimientos. Sin embargo, sus acciones posteriores contaban otra historia. La herencia de Christina, cuando Athina era niña, estuvo gestionada por un consejo de tutores del que el propio Russel formaba parte. Mantenía constantes conflictos con los administradores griegos, amenazando con trasladar a su hija a París, lo que habría implicado el pago de impuestos más altos sobre el capital. En 1999, en medio de este enfrentamiento, un tribunal de Vaduz decidió transferir la gestión de la fortuna a una firma consultora suiza. Cuando Athina alcanzó la mayoría de edad, obtuvo el control de la mitad de su patrimonio. Sin embargo, a los 21 años se le negó el derecho a presidir la Fundación Onassis, creada por su abuelo. El consejo de administración consideró que no estaba preparada para continuar con el legado familiar, ya que no tenía ningún vínculo con Grecia, un legado del que en gran parte la había alejado su propio padre.
