
En Madrid continúa el sonado caso que tiene como protagonista al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Se le acusa de una posible filtración de información confidencial relacionada con el caso de Alberto González Amador, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Esta vez, Ayuso ha optado por no hacer declaraciones contundentes y se ha limitado a mostrar plena confianza en el sistema judicial y a pedir que no se interfiera en el trabajo de los tribunales.
A diferencia de ocasiones anteriores en las que comentaba abiertamente la situación, ahora la presidenta regional ha adoptado una postura más reservada. Sus palabras llegaron tras un acto público en el hospital Santa Cristina, donde los periodistas intentaron obtener una reacción más detallada acerca de los acontecimientos que afectan a su pareja. Ese mismo día compareció ante el juzgado el jefe de su gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, quien trató de presentar a González Amador más como víctima de las circunstancias que como infractor. Según él, intentó llegar a un acuerdo con Hacienda, pero no tuvo oportunidad, y el proceso judicial fue inevitable.
Durante las audiencias se supo que fue precisamente el abogado de González Amador quien propuso firmar un acuerdo con la fiscalía, y no al revés, como se había afirmado públicamente. El fiscal encargado del caso relató cómo la defensa intentó retrasar el proceso y evitar la declaración de los acusados. Según él, después del verano de 2024, el acusado dejó de mostrar prisa por llegar a un acuerdo y trató de aplazar su comparecencia ante el tribunal.
Tensiones políticas en torno al proceso judicial
Paralelamente a la batalla judicial, el debate político sigue al rojo vivo. Ayuso aprovechó la ocasión para recordar otras investigaciones de alto perfil que afectan a miembros del gobierno central. Mencionó un informe en el que aparece el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, y sus posibles contactos con el empresario Aldama sobre pagos relacionados con el suministro de mascarillas sanitarias. El propio ministro negó rotundamente estas acusaciones y anunció que llevará a Aldama ante los tribunales.
Además, la presidenta de la Comunidad de Madrid volvió a poner sobre la mesa los contratos vinculados a familiares del presidente Pedro Sánchez y recordó la investigación que afecta al candidato de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo. Según ella, ya no queda nada en el gobierno que no haya sido manchado por la corrupción.
El impacto de los escándalos en la política regional
Ese mismo día, Ayuso también comentó la dimisión de Carlos Mazón como presidente de la Comunidad Valenciana. Expresó que la oposición no se detendrá hasta conseguir el control de la región y relacionó lo sucedido con antiguas ambiciones políticas de crear los llamados «Países Catalanes». Según ella, cualquier acción de Mazón es motivo de crítica y la tragedia provocada por la inundación se ha convertido en un instrumento de lucha política. Recordemos que Mazón presentó su renuncia tras una avalancha de acusaciones de inacción durante la catástrofe natural que causó la muerte de más de doscientas personas.
Los acontecimientos judiciales y políticos de esta semana volvieron a mostrar lo entrelazados que están los intereses personales y estatales en la política española. El foco está puesto no solo en el destino de los protagonistas, sino también en la confianza en las instituciones y la transparencia de su funcionamiento.






