
Cuando el calor del verano da paso a la paleta dorada del otoño y el aire se vuelve más fresco, las regiones interiores de la Península Ibérica se transforman. Es el momento ideal para alejarse de las rutas turísticas tradicionales y sumergirse en una realidad diferente, donde el tiempo avanza más despacio. En 2025, cada vez más personas optan por paseos tranquilos a lo largo de antiguas vías trashumantes, conocidas como Cañadas Reales. Estas arterias centenarias, por donde antaño transitaban innumerables rebaños de ovejas, se han convertido hoy en portales al pasado, ofreciendo una combinación única de belleza natural, historia profunda y tradiciones vivas.
La recuperación de estos itinerarios históricos es impulsada por el ambicioso proyecto «Caminos de la Merina». Su principal objetivo no es solo trazar en el mapa los senderos olvidados, sino insuflarles nueva vida, convirtiéndolos en un punto de encuentro para un turismo consciente. La iniciativa constituye todo un ecosistema que une a ganaderos, artesanos, propietarios de alojamientos rurales y productores locales. Juntos crean una experiencia única para quienes buscan algo más que descanso: un verdadero acercamiento al alma pastoral de España. Dentro del proyecto se han definido cuatro rutas principales, cada una con su propia personalidad y conjunto de actividades.
Una de estas rutas es la Cañada de la Plata, que se extiende a lo largo de 500 kilómetros. Recorrerla no es simplemente hacer senderismo. Es una oportunidad para visitar el Museo Textil en Béjar, donde se conservan los secretos del trabajo de la lana, o ver de primera mano cómo funcionan las manufacturas tradicionales, cuyo modo de vida no ha cambiado durante siglos. Y en los alrededores de Trujillo, es posible sumergirse por un día en la auténtica vida rural, conocer la rutina de los ganaderos y comprender cuán estrechamente está ligada su suerte a la tierra.
La Cañada Leonés Occidental es aún más extensa, con más de 700 kilómetros de recorrido. Aquí, la variedad de actividades sorprende por su amplitud. En León, los entusiastas pueden inscribirse en la Escuela de Hilanderas y aprender el antiguo arte de transformar lana de oveja en finos hilos. Para los más atrevidos, se organizan talleres de esquila, una labor que exige destreza y fuerza. Y al caer la noche, se puede visitar el Observatorio de Segurilla para admirar las estrellas lejos de las luces urbanas, en el mismo silencio que durante siglos acompañó a los pastores.
La Cañada de los Chorros, más conocida como la cañada de Cuenca, se extiende a lo largo de 400 kilómetros desde las montañas de la Serranía de Cuenca hasta las estribaciones de Sierra Morena. Este tramo está lleno de atractivos culturales y descubrimientos gastronómicos. A lo largo del camino, es posible visitar pequeños museos locales que destacan la importancia de la ganadería ovina en la región. También se puede conocer a startups innovadoras que dan un uso moderno a la lana, produciendo desde prendas de diseño hasta materiales de construcción. Y, por supuesto, es imprescindible hacer una parada en las queserías donde se elabora el famoso queso manchego, protegido por denominación de origen.
La cuarta gran ruta, la cañada de La Rioja, también suma más de 400 kilómetros. Cruza La Rioja, Soria, Guadalajara, Madrid y Toledo antes de llegar a Andalucía. El principal atractivo de este recorrido es la posibilidad de participar en una auténtica trashumancia. Caminar durante varios días junto a un inmenso rebaño de ovejas, guiado por pastores experimentados, es una experiencia que cambia la perspectiva. El camino también está lleno de queserías familiares y bodegas tradicionales, donde se pueden degustar productos locales impregnados de los sabores y aromas de esta tierra.
Así, este otoño los antiguos caminos de España invitan a un viaje pausado. Es una invitación a reducir el ritmo, descubrir oficios casi olvidados, disfrutar los sabores de productos locales y adentrarse en paisajes que, por sí mismos, son documentos históricos. Recorrer las Cañadas Reales no solo es conocer el patrimonio natural y cultural del país, sino también apoyar un turismo sostenible que ayuda a preservar la autenticidad y vitalidad de la España rural, el corazón de la península ibérica.






