
En España, la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) incluye cada año una revisión obligatoria de las emisiones contaminantes. Esta fase suele causar especial nerviosismo entre los conductores, ya que determina si el vehículo cumple con los estándares medioambientales actuales. En grandes ciudades como Madrid y Barcelona, los requisitos para las emisiones son especialmente estrictos debido al esfuerzo por mejorar la calidad del aire.
Durante la prueba, los técnicos conectan un analizador especial al sistema de escape. En los vehículos más modernos, este proceso puede realizarse mediante el diagnóstico electrónico (OBD). En los motores de gasolina, se mide la concentración de monóxido de carbono, los hidrocarburos residuales y se evalúa la proporción aire-combustible, conocido como el coeficiente lambda. En los diésel, el parámetro principal es el nivel de opacidad de los gases, es decir, cuánto humo impide el paso de la luz. Si el motor emite demasiado humo negro, es señal de posibles fallos en el sistema de combustión.
Para evitar sobresaltos, los expertos aconsejan revisar el coche a fondo antes de la ITV. Es fundamental asegurarse de que todos los sistemas funcionen correctamente: comprueba las luces, los frenos, los limpiaparabrisas, la presión de los neumáticos, el nivel de líquidos y el estado de los cinturones de seguridad. No olvides verificar que no haya testigos de advertencia encendidos en el panel de instrumentos.
Antes de acudir a la estación, se recomienda lavar bien el coche, limpiar el interior y el maletero, así como retirar todos los objetos innecesarios que puedan dificultar la inspección. Presta especial atención a la limpieza de las matrículas y del compartimento del motor: esto ayudará a causar una buena impresión a los inspectores y agilizará el proceso de revisión.
Un aspecto clave es el estado del sistema de escape. Comprueba que no haya grietas ni agujeros en el silenciador. Entre 20 y 30 minutos antes de la inspección, conviene circular a altas revoluciones para que el motor alcance la temperatura óptima de funcionamiento y el sistema de depuración de gases opere de manera más eficiente. Esta preparación reduce el riesgo de superar los límites legales de emisiones.
En la propia estación es importante escuchar atentamente las indicaciones del personal, evitar maniobras bruscas y llevar toda la documentación necesaria. Para los vehículos diésel, el procedimiento incluye varios ciclos de aceleración intensa: así, los especialistas evalúan la opacidad máxima del humo. Si los valores superan los límites permitidos, será necesario realizar reparaciones y repetir la inspección.
A los propietarios de coches de gasolina les toca pasar mediciones tanto al ralentí como a altas revoluciones. Se evalúan los niveles de monóxido de carbono, hidrocarburos y el coeficiente lambda. Los resultados se comparan con las normas vigentes para 2025. Solo si se cumplen estos requisitos, el vehículo obtiene el permiso para seguir circulando.
Seguir estas recomendaciones aumenta considerablemente las posibilidades de aprobar la inspección a la primera. Si se detectan irregularidades, los inspectores indicarán qué aspectos deben mejorarse. Tras solucionar los fallos, habrá que repetir el procedimiento.
Una preparación cuidadosa y la atención a los detalles ayudan a evitar pérdidas de tiempo y preocupaciones innecesarias. Con el endurecimiento de los estándares medioambientales en España, el control regular de emisiones se ha convertido en una parte esencial de la vida de cualquier conductor.





